lunes, 30 de abril de 2012

Pequeños placeres

Pequeños placeres

Por ejemplo, un buen vaso de agua cuando una tiene muuuuuuchaaaaaa sed. ¿A que sí?

O, por ejemplo, la salud... Sólo se valora cuando se pierde.


jueves, 26 de abril de 2012

España y los españoles de hoy

España y los españoles de hoy

Parece que anda rulando por ahí un correo que explica por qué España está como está. A mí me lo mandaron hace un par de días y hoy lo traigo hasta Finis... a ver qué os parece y si estáis de acuerdo con él:

¿Quiénes son los pobres? Los nietos de los ricos”. Aforismo castellano

Cuando analizas lo que ocurre en una empresa o una sociedad, debes buscar las causas que provocan su situación, porque sólo trabajando sobre las causas, puedes cambiar los efectos. Y no tengo ninguna duda de que una de las principales causas de la prosperidad que vivimos en los años pasados fue la actitud de la generación de nuestros padres, y una de las principales causas de la crisis, es haber perdido esa actitud.


Recuerdo que hace años, un empresario brillante que viajó a China para hacer negocios, me comentaba: “China va a ser imparable. Cuando llegas allí el ambiente te recuerda la España de los años 70. Todo el mundo quiere trabajar mucho, ahorrar, comprarse su casa, su coche, que sus hijos vayan a la universidad… Cuando una generación está así centrada, no hay quien la pare” Este pensamiento me hizo reflexionar entonces y me ha vuelto a la memoria al contemplar a las tres generaciones que convivimos.

Mis padres tienen en torno a 70 años, y siempre han sido un ejemplo de trabajo, honradez, austeridad, previsión y generosidad. Pertenecen a una generación que, como dice mi padre, les tocó el peor cambio: de jóvenes trabajaron para sus padres y de casados para sus hijos.

Son gente que veían el trabajo como una oportunidad de progresar, como algo que les abría a un futuro mejor, y se entregaron a ello en condiciones muy difíciles. Son una generación que compraba las cosas cuando podía y del nivel que se podía permitir, que no pedía prestado más que por estricta necesidad, que pagaban sus facturas con celo, y ahorraban un poco “por si pasaba algo”, que gastaban en ropa y lujos lo que la prudencia les dictaba y se bañaban en ríos cercanos, disfrutando de tortillas de patata y embutidos, en domingos veraniegos de familia y amigos.

Y tan sensatos, prudentes y trabajadores fueron, que constituyeron casi todas las empresas que hoy conocemos, y que dan trabajo a la mayoría de los españoles.

Sabían que el esfuerzo tenía recompensa y la honradez formaba parte del patrimonio de cada familia. Se podía ser pobre, pero nunca dejar
de ser honrado.

La democracia significaba libertad y posibilidades y seguir viviendo en armonía y respeto.

Y cometieron los dos peores errores imputables a esa generación:

1)  “Que mis hijos no trabajen tanto como trabajé yo”. Nos cargamos la cultura del esfuerzo y del mérito de un plumazo, convirtiendo el trabajo en algo a evitar.

2)  “Como tenemos unos ahorrillos, hijo, tu gasta, que para eso están tus padres”. Con lo que mi generación empezó a pensar que el dinero nacía en las cuentas corrientes de sus padres, que daban la impresión de ser inagotables y que los bancos eran unas fuentes inagotables de hipotecas, rehipotecas y contrarehipotecas.

Y entonces, eclosionó nuestra generación (yo soy del 67). La generación de los nuevos ricos, la generación de “los pelotazos”, del gasto continuo, de la especulación, de la ingeniería financiera, de la exhibición del derroche, la de lo quiero todo y lo quiero ya, la de “papá dame”.

Y todos nos volvimos ricos (en apariencia), todos nos convertimos en gastro-horteras. ¿Conocéis a alguien que se atreva a comer un bocata de chorizo? Le corren a gorrazos por paleto. Ahora hay que comer hamburguesas deconstruidas al aroma de los almendros al atardecer. ¿Y qué decir del vino? Pasamos del Don Simón con Casera, al Vega Sicilia sin fase de descompresión. El vino ya no está “bueno”, ahora tiene matices a fruta del bosque, con un retrogusto alcohólico, que adolece de un cierto punto astringente, con demasiada presencia de roble.
Esto, por supuesto, a golpe de docenas de euro, que para ser un “enterao” hay que pasar por taquilla. ¡Y es que pocas cosas cuestan tanto, como ocultar la ignorancia!

Somos la generación de “endeudarse para demostrar que eres rico”.
Increíble pero cierto.

-  ¿Sólo debes 500.000 €? Es que eres cutre. Mira, nosotros debemos ya 2.000.000 y nos están estudiando una operación por otros 2 más.

-  Vosotros sí que sabéis sacar provecho al sistema… Ojalá yo algún día pueda deber esas cantidades. ¡Cuánto envidio tus préstamos!

En Alemania no daban abasto a fabricar Mercedes, Audis, BMW para los españoles.

Irrumpió Europa en nuestras vidas y llegó en forma de mega infraestructuras que producían mega comisiones para todos los involucrados. ¡Viva el cazo! ¡Viva el yerno del Rey! ¡Que se besen los padrinos! Además llovían las subvenciones, nos daban una fortuna por plantar viñas y luego a los dos años otra fortuna por arrancarlas. Que llegaba un momento que no sabías si tenías que plantar o arrancar. A propósito, ¿Qué toca este año?

Si algún “tarao” dice que hay que parar esto, se le lapida y  “que no pare la fiesta”. Por supuesto que todos estamos de acuerdo que esto es imposible que se sostenga, pero hay que empezar a recortar por el vecino, que lo mío son todo derechos esculpidos en piedra en la sacrosanta constitución.

De la siguiente generación mejor no hablar (lo dejaré para otro post).
Esa es la generación que dice el aforismo que será pobre, por ser nieta de ricos.

Si somos incapaces de volver a los valores con los que se construye una sociedad sostenible, nos hundiremos, eso sí, cargados de reivindicaciones.

En mi casa siempre he tenido un ejemplo vivo de cordura, honradez y esfuerzo. Y no han sido menos felices que nosotros. Los psiquiatras, de hecho, dicen que al revés, que han sido bastante más. Debe ser que la sencilla tortilla, el melón fresquito, comprar el sofá cuando se podía, poner las cortinas cosidas por nuestra madre, con ayuda de la abuela, trabajar y echarle huevos para emprender (aunque no lo llamaban así) no debía ser mala receta.

Desde aquí quiero dar las gracias a mis padres y a toda esa generación que nos regalaron un país cojonudo, que nos hemos encargado de arruinar (entre todos, que todos hemos aplaudido la locura), y que sólo con que nos descuidemos un poquito más, le vamos a dejar a nuestros hijos un protectorado chino, donde serán unos esclavos endeudados y tendrán unas historias legendarias sobre la prosperidad
que crearon sus abuelos, empeñaron sus padres y son incapaces de imaginar los nietos.

Estamos a tiempo de cambiarlo, pero cada vez tenemos menos. Podemos encontrar maestros en casa.

martes, 24 de abril de 2012

Literatura juvenil IV

Literatura juvenil IV

El curso en que me enamoré de ti
Blanca Álvarez
Planeta-Oxford
(+12 años)

La llegada de un nuevo alumno procedente de un centro de acogida convulsiona la vida de un centro escolar de clase acomodada. La actitud abierta de tres amigos que lo acogen y protegen despierta las iras de una banda neonazi, dispuesta a vengar su osadía. Una novela juvenil que, a partir de la problemática de las bandas urbanas y la violencia gratuita, plantea cuestiones fundamentales como la necesidad de ser tolerantes, solidarios y generosos.

Blanca Álvarez: (Asturias, 1957). Se inició como poeta y ha trabajado como periodista y escritora. Un día le propusieron escribir historias para niños y jóvenes: se puso a ello con tanto entusiasmo que ya lleva más de media docena de novelas publicadas.

Ésta es la novela que han tenido que leer mis alumnos de 2º ESO durante la 2ª evaluación. La eligió una de mis compañeras y yo la asumí, aunque supuse que no iba a ser de mi gusto..., como así ha sido. La leí, tomé notas, preparé el examen y ya está el trabajo hecho, pero no me ha gustado la novela nada: es lenta, no logra entusiasmar el interés del lector, el tema está demasiado manido y está presentado de forma un tanto parcial, desde mi punto de vista. Claro que mi punto de vista es el de un adulto. A mis alumnos, por el contrario, sí les ha gustado, sobre todo a las chicas. Gustos y edades diferentes, supongo, aunque creo que a mí, a su edad, tampoco me habría gustado. Yo no la recomiendo y, desde luego, nunca estará dentro de mis posibles elecciones para mis alumnos.

Nota: la edición que tengo, y que aparece ahí arriba, me la envió Planeta-Oxford cuando aún trabajaban juntos. Ahora, el título pertenece a la Editorial Planeta, y por tanto, si estás interesado en él, es en PlanetadeLibros donde podrás encontrarlo.


Los okupantes
Emilio Calderón
Planeta-Oxford
(+ 14 años)

Valdemar, una aldea abandonada y rodeada de una trágica leyenda, se convierte en el objetivo de cuatro parejas de jóvenes okupas. Hartos de persecuciones y desalojos, deciden instalarse en Valdemar y convertir este pueblo fantasma en su paraíso. Pero en Valdemar, las fuerzas a las que tendrán que oponer resistencia serán muy distintas a las policiales. Tras la misteriosa desaparición de dos de los okupas y el ingreso del resto en un psiquiátrico, el caso continúa abierto.
Emilio Calderón: (Málaga, 1960) es historiador, editor y escritor. Ha publicado numerosas obras de carácter histórico-biográfico, así como novelas de ficción para jóvenes, libros de divulgación y ensayos.

Ésta es una de las novelas que me envió hace tiempo Planeta-Oxford (no recuerdo si por iniciativa propia o por petición mía), el caso es que la tenía en lista de espera desde largo tiempo atrás. La leí hace unas cuantas semanas y me ha gustado bastante. La historia es muy curiosa y provoca interés desde el principio, pero es que además la forma de contarla es diferente a lo que habitualmente están acostumbrados los chicos (cuya opinión no puedo dar porque no la he mandado, aunque no descarto hacerlo en un futuro).

Los okupantes cuenta la investigación policial que se lleva a cabo después de los extraños hechos acaecidos en una aldea abandonada. La novela está construida en torno a la alternancia de dos tipos de capítulos: en uno de ellos se narra el testimonio de un testigo y, a continuación, el otro tipo de capítulo ofrece los comentarios del policía encargado del caso al testimonio conocido en el capítulo anterior. Esta curiosa estructura ofrece al profesor la posibilidad de presentar a sus alumnos un tipo de construcción diferente al que están acostumbrados. 

La historia encierra misterio con su punto de terror, está muy bien construida y bastante mejor escrita que lo que habitualmente se ve por ahí. Me ha gustado bastante. Por otra parte, me ha llamado la atención esa aldea abandonada, Valdemar, que el autor vuelve a utilizar en otro de sus títulos, Felix Fantoba y el Club de los escapistas, que aún no he leído pero del cual me he hecho promesa de futura lectura. Por cierto que Valdemar es también una editorial que ya paseo por estos lares, merced al descubrimiento de la Librería Opar, y el título de una obra de Poe, La verdad sobre el caso del señor Valdemar.

Nota: la edición que tengo, y que aparece ahí arriba, me la envió Planeta-Oxford cuando aún trabajaban juntos. Ahora, el título pertenece a la Editorial Planeta, y por tanto, si estás interesado en él, es en PlanetadeLibros donde podrás encontrarlo.

-Página web de Emilio Calderón.

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Quizá también puedan resultar de interés para el lector los comentarios que hacen los propios adolescentes sobre diversas novelas:
-El códice Astaroth, en Afotostresdetres.
-Canciones para Paula, en Plato por plato.
-Eragón, en Plato por plato.

domingo, 22 de abril de 2012

Leer y escribir...

Leer y escribir...

...perjudican dolorosamente la salud.

Que sí, que sí, amigos, no es que me haya vuelto loca de repente y, así, sin venir a cuento, he decidido emprender una cruzada contra la lecto-escritura. Lo digo con toda seriedad: leer y escribir perjudican dolorosamente la salud.

Dice Stephen King en su Mientras escribo que el aspirante a escritor debe leer y escribir mucho, entre 4 y 6 horas diarias (unos 80 libros al año, es lo que lee, y dos mil palabras diarias, es lo que escribe. Yo le gano en lo primero, salgo derrotada en lo segundo), pero no comentaré este consejo de Stephen King ahora, porque ya hago referencia a él en otra entrada que tengo a medio componer. 

Lo que sí voy a decir, porque de ello trata al fin este texto, es que desde hace poco más de un mes mi ritmo de escritura se ha incrementado notablemente, lo cual, unido a la lectura habitual, que siempre es mucha, ha obligado a mi cuello a doblarse hacia abajo más tiempo que el de costumbre, y es ello lo que me tiene descuellada desde hace un par de semanas. 

Este fin de semana, mi organismo ha debido de tener una reunión de urgencia consigo mismo y ha decido que hasta ahí había llegado: los músculos, tendones, huesos y todo lo que sea que pase por la zona cuellil han dicho ¡basta! y, pese a mi insistencia, he tenido que dar mi brazo a torcer (otro que se quejará y, si no, al tiempo) y tomar un respiro. De escritura sobre todo (llevo desde el miércoles sin teclear una sola palabra), de lectura, menos: hasta ayer aguanté. Hoy sólo pude leer 50 páginas y luego... me rendí. 

¡Ohhhhh, qué rabia! Mira que si se me van las ideas, pierdo el ritmo, se esfuma la inspiración, la frescura... ¿Alguien me puede ofrecer un buen remedio (casero, que del Reflex ya voy abusando demasiado) para esa zona corporal que está dolorosamente en huelga? Porfi... :-(

jueves, 19 de abril de 2012

Límite, Frank Schätzing

Límite, Frank Schätzing

En un futuro próximo, los recursos energéticos de la Tierra han sufrido una transformación radical. Los suministros tradicionales casi se han agotado y el hombre se ha establecido en la Luna para extraer un combustible alternativo de gran eficiencia e inofensivo para el medio ambiente.

Éste es el punto de partida de Límite, una novela dinámica, trepidante, cargada de suspense y con un ritmo cinematográfico. Fruto de una rigurosa investigación científica, y con un marcado acento ecológico, Frank Schätzing invita al lector a derribar sus barreras mentales y a disfrutar sin límite de este monumental thriller de rabiosa actualidad que no dejará a nadie indiferente.

Los alumnos disruptores* son los que molestan en clase haciendo imposible el trabajo, tanto del profesor como del resto de alumnos.Pues bien, he descubierto que también existen libros disruptivos, que defino como aquellos que rompen el ritmo de lectura habitual. El que traigo hoy aquí es buen ejemplo de ello.

Hace tiempo que compré,  aprovechando una oferta a la que no me pude resistir, un libro de este mismo autor titulado Noticias desde un universo desconocido. En este caso, no se trata de una novela, sino de un libro de divulgación científica que nos habla de nuestro planeta. Lleva apareciendo en mi lista de Anobii varias semanas, no porque no me esté gustando, todo lo contrario, me encanta y estoy aprendiendo mucho con él, pero lo leo sólo durante los recreos y después de comer, y, como es un libro gordo, gordo, la lectura me está llevando todo ese tiempo.

Pues bien, esta fue mi primera incursión con este autor y, la verdad, me sentí bastante satisfecha con la experiencia. Supe de él que había publicado una novela, de título El quinto día, sobre la que busqué información en internet. La que encontré no era muy halagüeña. Una chica hablaba de él en un blog (y, por cierto, lo ofrecía en pdf -de hecho pensé en bajármelo, pero he perdido la dirección del blog) y decía que estaba muy cabreada con el autor porque la novela era larguísima y, en su opinión, le sobraban la mitad de las páginas.

Luego, hace un par de semanas, me topé con Límite mientras hacía la compra y, como me gusta la ciencia ficción, decidí comprarlo. Son 1.374 páginas de letra diminuta que comencé a leer con gusto: el primer capítulo es ligero, rápido y con un final impactante. Luego..., luego empieza lo demás. Al cabo de ciento y pico páginas de lectura, busqué información en internet sobre esta novela y me topé con el comentario de un señor que señalaba que el libro estaba bien..., muy bien -en lo que a acción se refiere- a partir de la página 500. Yo llevo una semana y pico leyendo y voy por la 257. De momento: demasiados personajes para saber (después de 257 páginas quién es quien -porque como la lectura va tan lenta, además, se pierde el hilo), una investigación de pederastia en China, un hotel en una isla en medio del mar que está conectado mediante un ascensor con una estación espacial que a su vez conecta con la Luna y un montón de datos económicos de empresas y bla, bla, bla.  Doscientas cincuenta y siete páginas y esto es todo lo que puedo contar de momento. Quizá cuando logre llegar a la 500 (¿dentro de dos o tres semanas, tal vez?) cambie de opinión y pueda animar a la lectura. 

De momento, lo único que ha conseguido este libro es ralentizar mi ritmo de lectura hasta detenerlo casi por completo. Y esto es algo que me cabrea mucho, mucho, mucho.  Quizá las últimas 874 páginas sean tan apasionantes que, al fin, te hagan olvidar las primeras 500, pero, de momento,este Límite me va tocando las narices.

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*Con esta palabra tengo mis dudas, pues en la RAE existe la palabra disruptivo, pero no disruptor.

lunes, 16 de abril de 2012

Personajes con vida propia

Personajes con vida propia

Hace poco, husmeando por ahí, leí en algún sitio que a los personajes literarios hay que permitirles vivir (no era ésta exactamente la expresión que se utilizaba, pero vale para ilustrar lo que el artículo quería decir), pues gozan de existencia propia y son ellos mismos quienes le van contando la historia al autor. 

Tal vez la afirmación parezca un tanto rotunda, pues ¿qué son los personajes sino unos simples nombres inventados por el escritor? Y, sin embargo... 

La semana pasada me encontraba escribiendo una escena de mi nueva historia, que por el momento tiene el título provisional (o no, ya veré) de Gamma,  en la que el agente malo, malísimo, Pieter Telvis, se entrevista con el director de los servicios de inteligencia, Dichton Fasthis, quien le encarga la misión de espiar al mismísimo General en Jefe de Gamma, Magalash Thorn. Telvis es un tipo desagradable y de naturaleza pérfida, lo cual ni siquiera él mismo trata de ocultar: Telvis sabía que aquellos menesteres siempre caían en sus alforjas, pero lo asumía como una parte más de su trabajo y especialmente ajustada a su personalidad.  Él no era una buena persona. Las mujeres solían acabar sus relaciones con él llamándolo canalla, lo cual no solo le divertía, sino que contribuía a acrecentar su insólito ego. Pero, en realidad, el agente sonrió para sí, Pieter Telvis sabía que era un tipo perverso, lo cual, estaba seguro, añadía otro punto más a la estima de Fasthis.

Por supuesto, además de malo, Telvis es un tipo listo. Desde luego, no piensa desobedecer las órdenes de Dichton Fasthis, pese a que es consciente de que espiar al General en Jefe de los ejércitos de Gamma puede acarrearle un serio problema, caso de que el espionaje sea descubierto pues, llegado el momento, Fasthis sabrá cómo sortear el contratiempo y escapar incólume del asunto:
—Supongo que se habrá preguntado por qué deseo esa información… —señaló el director mientras servía un dedo más de vino en la copa de Pieter.
En realidad no. Telvis no solía preguntarse esas cosas. Era de natural indiferente y no le importaban los motivos. Sin embargo, no era estúpido. Que el director de la CIG espiara al General en jefe del ejército quizá estuviera dentro de las competencias de Dichton Fasthis, pero, al fin, quien hacía el trabajo sucio era él, y él sabía muy bien cómo cubrirse las espaldas. Si, por una maldita casualidad, el espionaje salía a la luz, el pez gordo siempre sabía cómo echar la porquería sobre el pez chico y salir indemne del asunto, de modo que Telvis no se había preguntado nada y, simplemente, había buscado información que le preservara de un posible problema
.

Y, así, Telvis había llegado a enterarse de la inquina personal que Fasthis sentía hacia Magalash Thorn y de la razón que la había causado. La razón se llamaba Maritza Orgy, bella mujer a la cual ambos pretendieron en su juventud, pero que finalmente casó con Thorn, con quien tuvo un feliz matrimonio hasta el día en que la nave en que viajaba Maritza fue encontrada a unos cientos de kilómetros de Gamma, sin energía y con las reservas de oxígeno agotadas desde sólo dos horas antes de que los equipos de rescate dieran con ella. La investigación posterior nunca llegó a esclarecer por qué ni el sistema de aviso de emergencia ni la señal de posición de la nave funcionaron, frustrando el salvamento de Maritza y de su piloto. Thorn aún era joven, pero no se había vuelto a casar. Al parecer, era hombre de un solo amor

Unas diez mil palabras antes de esta escena, yo ya había escrito otra (precisamente la escena en la que Magalash Thorn es presentado al lector) en la cual el General en Jefe aparece en su despacho, aguardando a que le lleguen ciertas noticias, que no vienen al caso ahora, y meditando sobre el paso del tiempo en el ínterin. En esa escena, donde Magalash Thorn es apenas descrito -pues si para el lector es su primer contacto, también lo fue para mí cuando la escribí-, el General en jefe parece ser un tipo solitario. Al menos es la impresión que me dio a mí, que en aquel momento no tenía más idea de su biografía que la de su nombre y la reflexión que realiza sobre el modo en que transcurre el tiempo en el escaso millar de palabras con que nos es presentado.

Diez mil palabras después, descubrí, gracias a Pieter Telvis, que Magalash Thorn era viudo y que había perdido a la única mujer que amó en toda su vida merced a un extraño accidente (el cual, por cierto, aún no sé si fue provocado o no. Supongo que Telvis tendrá la bondad de informarme al respecto en algún momento de la historia). De repente, se explicó un poco más por qué el personaje de Thorn parecía un ser tan solitario en esa primera escena. Y, por cierto que, gracias a Telvis, Thorn tendrá un desarrollo posterior mucho más amplio del pensado inicialmente. No hay nada como conocer a alguien para comenzar a desentrañar los hilos de su vida y comprenderlo...

Y, así, parece que va a ser verdad, al fin, que los personajes tienen vida propia y se la van desvelando al escritor a medida que éste teclea.

Stephen King dice en su libro Mientras escribo que es bueno no tener todas las ideas claras desde el principio y que ni siquiera el escritor sepa muy bien en qué acabará la historia. Si es así, si la historia es capaz de sorprender al propio escritor..., ¿qué no hará con el lector?

Parece, pues, que vamos bien, pero me siento muy impaciente por conocer qué me deparará la biografía de Magalash Thorn y las aventuras y desventuras que habrá de sufrir a cuenta de Dicthon Fasthis y Pieter Telvis. ¡Lástima que, pese a toda su reflexión sobre el tiempo, su naturaleza y su duración..., el día en la Tierra siga teniendo sólo 24 horas y no dé para más!

Tendré que armarme de paciencia.

sábado, 14 de abril de 2012

El Titanic

El Titanic

Antes de ayer venía a estas páginas una preciosa efeméride: nuestro planeta visto por primera vez desde el espacio, y hoy aparece por aquí otra igualmente interesante, aunque mucho menos agradable, claro: se cumplen cien años del naufragio del Titanic.


Un pequeño recuerdo audiovisual:







Y una curiosidad de la que he sido consciente hace apenas una semana: hace exactamente un mes y dos días [¡caray, qué exactitud!, estoy empezando a parecerme a Posodo ;-)], sin ser consciente de que hoy se cumplirían los cien años de aquel desastre, comencé una historia que me lleva absorbiendo el tiempo y las energías desde entonces. Es curioso que en ella, el Titanic tiene... su papel. Y hasta aquí puedo leer.

¿Hasta aquí puedo leer? No, si..., lo dicho, cada vez estoy más emposada.

jueves, 12 de abril de 2012

Yuri Gagarin

Yuri Gagarin

El 12 de abril de 1961, el ser humano contempló por primera vez nuestro planeta desde el espacio. Yuri Gagarin lo describió así: "El cielo es muy oscuro. La Tierra es azulada. Todo se ve con mucha claridad". La foto, que puedes encontrar en Discover the cosmos, fue tomada el pasado 28 de marzo desde la Estación Espacial Internacional a una altitud de 240 millas y muestra la ciudad de Moscú, enmarcada al fondo por la Aurora Boreal (tras el panel solar que aparece en primer término) y el resplandor del Sol, que está a punto de aparecer tras el horizonte.



Y un vídeo de aquel histórico momento:





Añadido posterior: por cierto que no me puedo resistir a compartir con vosotros mi primera relación con el espacio... ¡Acabo de comer el helado que les ponen a los astronautas ahí arriba!

miércoles, 11 de abril de 2012

Cáritas nunca se cansa

Cáritas nunca se cansa de dar, pero los recursos son limitados y las necesidades, cada vez mayores. 




Si aún puedes, esto es, si entre los unos y los otros no te han arruinado, si no te han mandado al paro, si todavía te queda algún extra del que puedas disponer, dáselo a ellos.

Colabora con Cáritas.

lunes, 9 de abril de 2012

Preguntas

Preguntas

La conversación de unos personajes que anuncia un cambio para la especie humana, el fin del mundo o la profanación de una tumba. ¿Qué inicio os resulta más sugerente para una historia? 

Estoy hecha un lío, amigos. Tengo una historia en el horno, pero no doy con el principio adecuado. Cualquiera de esos tres son una posibilidad (el del fin del mundo podría obviarse..., o no, que diría aquel). La cuestión es que no sé cómo ordenar la historia. El inicio, además, obliga a un orden u otro en el resto de capítulos y a hacer la historia lineal o a construirla a base de saltos en el tiempo. El nudo y el desenlace, sin embargo, están clarísimos en mi mente.

Por otra parte..., ¿qué opináis sobre un capítulo de 8 ó 9 páginas (de libro, no de Word) construido enteramente con diálogo para simplemente introducir algunos personajes -uno de ellos, el protagonista- y llevar al lector hacia otro capítulo en el que se va a presentar la cuestión clave de la historia? ¿No es muy largo? Lo cierto es que el diálogo ha quedado bordado. Me gusta mucho, mucho. Es inteligente, ágil, irónico, muy representativo de una clase determinada de la sociedad, con puntos de humor... Pero..., ¿no es quizá pelín largo? Se lee deprisa, eso sí, porque, insisto, es muy ágil.

Ay, amigos, normalmente no me preocupan los momentos de caos mental cuando escribo porque tengo un remedio infalible para solventarlos: escribir. Cuando me atasco, escribo y escribo..., y al final siempre encuentro la luz indicadora de "por aquí". Sin embargo, en este caso, con la cuestión del inicio de la historia, me estoy volviendo loca. No lo veo nada claro...

De momento, y en espera de vuestras interesantes opiniones (sí, sí, ya sé que para dar una buena opinión tendríais que saber de qué va la historia, pero de momento no pienso decir ni mu al respecto), voy a aplicarme mi método y continuar escribiendo. Aún me queda media historia por escribir (la segunda trama) y quizá ahí encuentre la clave. 

Sin embargo..., porfi, porfi..., ¿alguna opinión...?

lunes, 2 de abril de 2012

Mientras escribo, Stephen King

Mientras escribo, Stephen King

No soy yo muy aficionada a las novelas de Stephen King (que no me va nada, nada el terror: lo paso fatal) y, hasta el momento, sólo había leído una de sus obras, La cúpula, precisamente porque no es de miedo.

Ando estos días, sin embargo, entreteniendo parte de la mañana con la lectura de un título de este autor que no pertenece a la narrativa, sino a la extraña mezcla de la autobiografía y el estudio sobre cómo escribir novelas: Mientras escribo (por cierto, qué foto más desafortunada la de la portada).

Estaba anotado en mi lista de libros pendientes desde hace tiempo y, de hecho, tenía previsto encargarlo el próximo mes. Sin embargo, tuve la inmensa fortuna de encontrarlo en préstamo, y ahí ando, dándome a su lectura con fruición y tomando notas que sopesar..., pues no con todo lo que dice estoy de acuerdo.

Tal vez lo traiga más adelante por aquí y comente algunos de sus puntos, tal vez no; pero al menos, de momento, ya me ha proporcionado material para una nueva entrada con la que aburrir nuevamente a las ovejas en este tedioso blog que anda ya de capa caída y que, si aún no ha sido enviado al desguace de los blogs, se debe a que no he encontrado la forma de darle un final... agradecido.

Volveré, creo, y con los verbos de atribución de diálogo -o vaya usted a saber con qué-, probablemente, como interesantísimo material de ataque; que me tienen muy molesta a cuenta de la historia que estoy intentando pergeñar. 

Belén 2013

Belén 2011