lunes, 20 de febrero de 2012

Literatura juvenil III

Literatura juvenil III

A fin de continuar con la serie de entradas que comenzó el pasado diciembre con Literatura juvenil I y continuó en enero con Literatura juvenil II, viene esta tercera entrega en la que se van a tratar dos títulos: La mansión de los abismos y Endrina y el secreto del peregrino.

La mansión de los abismos, Joan Manuel Gisbert
Planeta - Oxford
268 páginas

¿Qué fatídica obsesión lleva a Théodore Bertrand a buscar mujeres solitarias? ¿Cuál es el drama que une las vidas del misterioso y atormentado seductor, sobre quien recaen las más graves sospechas, y las de sus elegidas?

Esta insólita novela de intriga explora regiones asociadas al crimen y al misterio. El lector no conocerá descanso hasta que la culminación de los hechos le descubra el reverso de una trama implacable, imaginativa y trágica.

El autor: Joan Manuel Gisbert es uno de los más destacados escritores de la actual narrativa fantástica, de misterio y aventuras. Traducido a más de diez idiomas, ha sido galardonado con los más pretigiosos premios de literatura juvenil.

Es ésta una novela recomendada para lectores con una edad a partir de 14 años. Yo la he mandado en clase (3º ESO) en varias ocasiones -de esto hace ya varios años- y, si bien no puedo recordar las opiniones exactas de mis alumnos de entonces con respecto a la novela, sí creo que no había demasiadas quejas por ella, luego debía de gustarles. A mí la historia me parecía curiosa, además, la redacción era bastante buena (para lo que se ve por ahí en novelas juveniles actuales) y, sobre todo, mi interés en la novela se refería al papel importantísimo que desempeña el espacio dentro de la historia, con lo cual me aseguraba de que se estudiara y analizara a fondo uno de los elementos de la narración en la ficha que tenían que presentar mis alumnos tras la lectura.

El ejemplar que tengo fue publicado en aquellos tiempos en que Oxford y Planeta trabajaban juntos. Tras la separación, el título se lo ha quedado Planeta, de modo que, si alguien está interesado en comprar la novela, es en esta editorial donde debe buscarlo.


Endrina y el secreto del peregrino, Concha López Narváez
Planeta
282 páginas
Incluye glosario al final.

Endrina, una joven pastora de los valles pirenaicos, oye gritos en la niebla poco antes de volver a casa. Dos extraños peregrinos, joven y fuerte uno, anciano y débil el otro, solicitan su ayuda. Pero ¿quiénes son? ¿De quién se esconden? ¿A qué temen? ¿Qué ocultan en la pequeña bolsa de cuero por la que darían la vida? Un misterio que se mantendrá a lo largo de un camino, el de Santiago, lleno de sobresaltos, aventuras y peligros, pero también de solidaridad, amistad y amor.

La autora: Concha López Narváez (Sevilla, 1939), licenciada en Filosofía y Letras, ha escrito más de cuarenta novelas infantiles y juveniles. Ha sido premio Lazarillo, candidata al Premio Andersen y finalista del Premio Nacional de Literatura en cuatro ocasiones.

La historia que se narra en la novela tiene lugar en el siglo XII, a lo largo del Camino Francés que conduce a Compostela. Nuestros personajes: Endrina, Henri y don Guillaume, junto a otros secundarios que se irán añadiendo a la historia a medida que ésta avanza, recorren tal camino en su pergrinaje hacia Compostela, arrostrando diversos peligros y con un interrogante sobre ellos que sólo al final podrá el lector, junto a la misma Endrina, conocer.

La novela me resultó pasable y, según lo que me han trasladado mis alumnos  de 2º ESO después de haberla leído, es del gusto de jóvenes de 13 ó 14 años. No obstante, el detallado inventario y exposición de cada uno de los lugares por los que van pasando vuelve un poco pesada la lectura, además de restar ritmo a la narración. Tal es la opinión de mis alumnos y también la mía.

La novelita, en fin, no está mal y, desde luego, al menos desde mi humilde opinión (muy influenciada por mi propio gusto, obviamente), es mucho más recomendable que otras novelas también para jóvenes que tratan temas más actuales, pero, quizá por ello, demasiado cotidianos como para despertar en mí (que ya no soy adolescente, para mi desgracia) otra cosa que no sea la retahíla de un buen puñado de bostezos.

Puedes encontrar Endrina y el secreto del peregrino aquí.

viernes, 17 de febrero de 2012

Replanteando... criterios personales.

Replanteando... criterios personales

Hay que ver este gobierno lo mucho que me está haciendo pensar... Ya este verano, cuando aún era oposición, plantó en mí la semilla de una Duda viciosa, que sin duda todos recordaréis porque os di ampliamente la lata con ella 

Luego, en Navidad, colocó sobre mis hombros una subida de impuestos que estuve dispuesta a asumir, pese a la idea liberal que había hecho germinar en mí y que asentaba firmemente sus reales en la aseveración de que la bajada de impuestos crea empleo y mejora la recaudación del Estado. Bien..., vale..., cerramos los ojos y nos tapamos la nariz: si, por por la salud económica del país y a fin de salir de este infierno en el que nos han metido los prosélitos de Pablo Iglesias, hay que comulgar con ruedas de molino, se comulga.

Sin embargo, lo mejor aún estaba por venir: hace un par de semanas que el gobierno aprobó la nueva reforma laboral y, desde entonces, he venido reflexionando al respecto. Lo cierto es que gran parte de mi opinión sobre ella la recoge muy bien en la suya propia el gran amigo Posodo, que acertadamente la expuso en Unas sugerencias ¿liberales?, cuya lectura recomiendo. Me ahorro, pues, hablar al respecto y me aprovecho (como ya le advertí) de su trabajo.

No obstante, amigos, lo importante de esta reforma es que me ha obligado a replantearme algunos criterios personales... Yo era muy liberal: no admitía el tutelaje del Estado ni estaba dispuesta a permitir que éste metiera la nariz en mi vida más allá de un punto razonable.  Sin embargo, una vez conocida la reforma laboral, y pese a las loas que de ella hacen los liberales de esRadio, no he podido dejar de preguntarme qué pasará cuando, como advierte Posodo, el empresario (que no es tan bondadoso como Carmen Tomás y resto de amigos quieren hacernos creer) nos plantee la siguiente disyuntiva: «Son lentejas, lo tomas o lo dejas. Hay cinco millones de personas esperando a la puerta».

¿Miraré entonces al pasado, cuando todavía papi-Estado extendía sus alas protectoras y me brindaba amparo, cual imponente primo de Zumosol, y añoraré el abrigo que le daba a mi pobre condición de asalariada? ¿O seré consecuente con mi necesidad de libertad y de que se me considere mayor de edad y en posesión de mis facultades mentales sin que papi-Estado tenga que sacarme las lentejas del fuego?

Oídas y sopesadas algunas opiniones de los liberales de esRadio, he acabado por preguntarme si  alguno de ellos llegaría a poner algún tipo de reparo ante la propuesta de un retorno al siglo XIX, y mi intuición se ha inclinado sin dudarlo por el no. Lo cual, llegado el caso, indefectiblemente sometería mi voluntad a la posibilidad de convertirme en un nuevo acólito de la religión socialista -¡condenación!-, pese a que sé que tras ella no existe dios alguno y tan sólo usa de la liturgia obrerista cuando conviene. Y, así pues, queridos amigos, si se alcanzase algún día tal horizonte de sucesos, en el que la atracción de ese agujero negro me absorbiera hasta la zona de no retorno, o área irracional, entonces sí que podría afirmar que ¡ésa sería ciertamente la auténtica, la grande, la única, la última... duda viciosa que me plantearía!, pues tras ella ya sólo quedaría el suicidio de la razón.

Pero ¡vamos, vamos, vamos!..., que no es tan fiero el león como lo pintan. Afortunadamente, existen métodos que ofrecen una rápida recuperación. Si te sientes decaído, amigo finisterraense, cansado de tanto pensar sin alcanzar nunca la línea de llegada a tanto barullo irracional, no lo dudes más: hazte con un buen Animómetro. ¡Pero no cualquiera! Que sea uno de esos en los que ya viene instalado el mecanismo de control personal. No te preocupes por el precio: en la Sociedad Bocetológica encontrarás atractivos descuentos para tu animómetro particular. Sindícate y empieza a aprovechar las muchas ventajas que ofrece el club. 

¡Anímate! Yo ya soy socia:




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Gracias, amigo Urumo ;-)

martes, 14 de febrero de 2012

Gutenberg

Gutenberg

La historia de Juan Gensfleisch de Gutenberg es la historia del genio, siempre desgraciado, que lucha hasta conseguir el éxito que merece; pero que no conoce en vida las mieles del triunfo para que se cumpla el pensamiento de Balzac: "La gloria es el sol de los muertos".

Gutenberg nació en Maguncia en 1397. Huérfano a los quince años, se marchó a Estrasburgo, donde concibió la primera idea de su invento; pero como la realización de éste exigía muchos gastos, se asoció a tres burgueses de la ciudad que allegaron los primeros fondos. Luego de diez años de incesantes trabajos, consiguió construir letras movibles; pero había que buscar un metal o aleación conveniente porque el hierro era demasiado duro y rompía el papel, el plomo, demasiado blando y se gastaba pronto porque cedía al esfuerzo de la prensa, y la madera no tenía resistencia suficiente.

En estos años, los tres burgueses se arruinaron; pero tenían tanta fe en el éxito del genio maguntino, que no sólo no se quejaron, sino que vendieron sus joyas, después sus muebles y, finalmente, hasta su patrimonio, para que Gutenberg pudiese continuar sus trabajos. Estos tres hombres, cuyos nombre deben pasar a la Historia con el título de verdaderos benefactores de la Humanidad, se llamaban Heilmann, Dryzehn y Rift, y a su muerte, Gutenberg se descorazonó y regresó a su ciudad natal.

Biblia de Gutenberg
Pero la preocupación de su invento no le dejaba un punto de reposo y al poco tiempo de estar en Maguncia reanudó sus trabajo, asociado esta vez a un rico orfebre, y a un joven clérigo de gran cultura. El primero, Juan Faust, hombre avaro y astuto, anticipó el dinero necesario en condiciones que le permitieran llevarse a parte del león a la hora del reparto de los beneficios. El segundo, Pedro Schoeffer, consiguió una mezcla adecuada de plomo y antimonio con la que pudo construir letras de finas aristas que resistían al esfuerzo de la prensa. Poco  después, Gutenberg añadió estaño a aquella mezcla y la imprenta quedó hecha y perfecta.

Faust, dándose cuenta del alcance el invento, se presentó como lo que era. Avaro y pérfido, pensó en seguida en libertarse de  de Gutenberg, y acreedor implacable, obligó a éste a cederle sus derechos de autor. 

Fácilmente se adivina la consecuencia de esta conducta incalificable: Gutenberg se vio reducido a la miseria mientras Faust, asociado a Schoeffer, se enriquecía vendiendo los libros impresos como manuscritos, para lo cual compraba, con amenazas, el silencio de sus obreros; pero no disfrutó mucho tiempo de su opulencia porque, pocos años después, murió de la peste, y Schoeffer continuó explotando la nueva industria hasta su muerte, ocurrida en el asalto de Maguncia.

Le sucedió su hijo Juan, espíritu generoso, gracias al cual la Humanidad conoce al verdadero inventor de la imprenta. Juan Schoeffer escribió al frente de una obra impresa en 1505 y dedicada al emperador Maximiliano, estas justas y nobles palabras: "El arte admirable de la tipografía fue inventado en Maguncia por el genio de Juan Gutenberg el año 1450, habiéndolo mejorado y propagado los trabajos de Faust y de Schoeffer".

Gutenberg, en tanto, solo, pobre, miserable, olvidado de todos, vivió sus últimos días gracias al arzobispo de Maguncia que le señaló una modesta pensión y el 14 de febrero* de 1468 murió el llamado por Quintana "bienhechor del mundo", el inventor de "la pólvora del pensamiento": las letras metálicas sueltas que, como ha escrito una elegante pluma, "mientras están en la caja, no son más que una caótica masa de inerte y muda materia; pero al pasar por la mano del hombre, parece que el plomo bruto adquiere alma y  voz, trocándose en elocuente lenguaje escrito" y, según otro ilustre escritor, "la imprenta realizó algo semejante al milagro de los peces y los panes, pues con un solo molde multiplica los ejemplares hasta lo infinito para alimentar intelectualmente a las muchedumbres".

* Aunque en todos los sitios que he consultado fijan la fecha de muerte de Gutenberg el 3 de febrero, esta entrada se publica el 14 puesto que en el libro del que está sacado el texto así se indica.


Tomado de Historia de la ciencia (volumen I), de Francisco Vera.

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domingo, 12 de febrero de 2012

El club de lectura de Finis Terrae

El club de lectura de Finis Terrae

Finis Terrae crece... ¡Ya está abierto el club de lectura del blog!

Si te apetece, pásate.

Y si no te apetece, pues no te pases.

No hay compromiso.

Saludos.

viernes, 10 de febrero de 2012

Lector electrónico

Lector electrónico

Hace ya unos días que anuncié la anhelada llegada de mi lector electrónico, libuk para los amigos, gracias a la imaginación de Caraguevo, que cayó entre sus brazos bastante antes que yo y que, desde entonces, ha hecho todo lo posible, poniéndome una zanahoria en las narices para que fuera detrás de ella, a fin de que ocurriera lo que finalmente, como digo ahí arriba, ha ocurrido: que por fin tuviera mi libuk.

Lo estrené nada más recibirlo con la novela La abadía de los crímenes, de Antonio Gómez Rufo, y ya tengo alguna idea al respecto que puedo comentar.

1ª. Se lee muy bien en el libuk, que, además, es muy liviano y, por tanto, mucho más fácil de mantener en las manos (muchas veces en una sola mano) mientras se lee.
2ª. El manejo del aparato es tan sencillo que no hace falta ni aprender a utilizarlo: las instrucciones de uso deben, pues, de venir implantadas en nuestro ADN.
3º. Aún no he puesto a prueba su capacidad, pero creo que cabe un buen montón de libros, lo cual lo hace ideal para viajes y vacaciones.
4º. Eso sí, da una cierta sensación de fragilidad que a veces incomoda la lectura (¡Ay...!, ¿y si se me cae?). No obstante, esto es fácil de resolver: existen fundas apropiadas para cada modelo que lo protegerán de golpes y caídas inesperadas. Ahora bien, si uno no tiene un sobrino avispado capaz de darle buenos consejos, puede que se gaste una pasta en la funda del aparatejo, pues las que he visto en Amazon son un poco caras... Sin embargo, como digo ahí arriba, si se cuenta con un sobrinaje adecuado,  llegar a la página de DealExtreme y hacerse con una funda tan maja como ésa de ahí abajo por menos de 10 dólares (8 euros y pico) y con free shipping, (o, dicho en román paladino, sin que te cobren  gastos de envío) es tan fácil como comerse una piruleta. Ésta tan maja es la que he elegido para mi Kindle 4 y ya está en camino: 




5. Una desventaja del lector electrónico con la que me he topado ya en mi primera lectura es la maquetación del libro: si no es buena, la lectura se ve interrumpida constantemente por aditivos que quedan muy monos (y en algún caso son necesarios) en un libro de lectura convencional, pero que son totalmente accesorios en este caso. Por ejemplo, uno de los aditivos a los que me refiero es la paginación, imprescindible en la versión de papel, pero no en la electrónica. Recuerdo que uno de los comentarios que hizo Caraguevo al respecto fue que eso (su inexistencia) impide saber por dónde vas en el libro. En el caso de mi Kindle, en la parte inferior va marcando el tanto por ciento de novela que llevo leído, de modo que las páginas son accesorias en el libuk y así evitas encontrar el texto en tu lectura como sigue: La luna pendía como la esquiria de un hueso grisáceo en el este, pero Julia Página 124 permaneció en la playa... Hace poco, informándome de cómo maquetar un texto para hacer de él un libro electrónico, me encontré con el consejo siguiente: Y recuerda, ¡no lo pagines! Entonces me pregunté por qué; ahora conozco la razón.

Otro de los aditivos es el encabezado: no se deben poner encabezados en las páginas. Quedan muy bien en PDF, pero cuando se lee en el libuk, uno se los encuentra en cualquier parte (arriba, en el medio o abajo, a la izquierda, a la derecha o centrado, en mitad de un párrafo o de un diálogo) mientras lee. Un pestiño y una molestia a la que una se acostumbra, pero que se puede evitar fácilmente.

6. Y, por último, otro aspecto del libro electrónico es lo muy barato que sale leer... De momento las editoriales continúan vendiendo libros electrónicos a precios altos, pero lo hacen así por una estúpida ley que les obliga. Sin embargo, hay otros modos de hacerse con un buen puñado de libros electrónicos a precios irrisorios... No, no estoy hablando del pirateo (mal pensados): hay autores que han decidido sacar sus títulos a un euro o euro y pico (e incluso por céntimos), lo cual es bastante atractivo, ¿verdad? Y, por otra parte, hay muchos lugares en internet donde tienes acceso gratuito (y legal) a cientos de títulos, como por ejemplo en el apartado de Libros gratuitos de Amazon.

Éste es el último que me he bajado yo:

Cuentos para niños del padre Luis Coloma
Y eso es todo lo que puedo decir con respecto al libro electrónico..., al menos de momento.

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No, eso no es todo, hay un añadido posterior:

7. Como bien dice Caraguevo en su comentario a esta entrada, el hecho de no ver la portada cada vez que tomas el libro para leerlo, hace que no la guardes en la memoria y puedas re-comprarlo, pasado un tiempo en que el olvido haya hecho su trabajo, y, por tanto, repitas título.

8. Otra idea que se me escapó comentar, es la referida a las notas a pie de página. Algo habrá que inventar, porque es realmente fastidioso no tenerlas a mano cuando las necesitas. En un libro de papel, encuentras la nota y la buscas, bien en la parte inferior de la página, bien al final de libro, y la lees de inmediato. En el libro electrónico, sin embargo, no hay forma de encontrarla hasta que te topas con ella, al acabar el capítulo, por ejemplo, para cuando ya has olvidado a qué hacía referencia, en especial si en ese capítulo ha habido varias notas.

martes, 7 de febrero de 2012

El linchamiento, Federico Jiménez Losantos

El linchamiento, Federico Jiménez Losantos

La liquidación de la COPE es el episodio de lucha ideológica más duro y políticamente decisivo de los años de zapaterismo. Su principal protagonista, Federico Jiménez Losantos, cuenta en este libro con descarnada precisión la conjunción de inquinas e intereses, desde el rey y el gobierno a Cebrián y Zarzalejos, Ruiz Gallardón y Rajoy, que terminaron por destruir el instrumento de movilización popular más importante que ha tenido nunca la derecha sociológica.

La resistencia de Jiménez Losantos y César Vidal, el apoyo incondicional de los oyentes y el respaldo de Rouco hasta 2009 hicieron que la batalla de la COPE durase tres años, pese a una campaña durísima, sin precedentes en España, contra un medio de comunicación y sus figuras, a las que se trató de destruir personal y profesionalmente con la utilización sistemática de la Administración de Justicia como mecanismo de desgaste.


También por primera vez se reúnen aquí los principales juicios que tuvo que afrontar Jiménez Losantos, un calvario de querellas y demandas, cuyo mero repaso produce escalofríos.


Más cerca de la novela de intriga, pero no menos apasionante, es el relato de las traiciones internas que, sobre todo en el área de religión, se sucedieron dentro de la COPE en su última temporada para echar a Jiménez Losantos y a César Vidal, y que mantienene al lector en un permanente estado de asombro. Los debates durísimo en blogs religiosos prueban hasta qué punto la batalla de la COPE era también una guerra entre dos posiciones distintas con respecto al presente y al futuro de la Iglesia, incluyendo posturas irreconciliables sobre el nacionalismo en el clero vasco o catalán y que echaron aún más leña al fuego de la COPE.


Pero si asombrosa es la liquidación de la segunda cadena de radio española, que en sólo seis meses se convierte en cuarta, aún lo es más ver cómo en siete semanas Losantos, Vidal, Luis Herrero, Somalo, Brandau y un grupo profesional totalmente identificado con la empresa lograron poner en marcha esRadio, una nueva cadena nacional a partir de una sola frecuencia. Los datos técnicos de esa hazaña, hasta ahora inéditos, serán de obligada consulta en la historia del periodismo español. La consolidación de esRadio es una crónica a veces tenebrosa y a veces desternillante, siempre magníficamente escrita e implacablemente sincera, sobre el periodismo, la política y la justicia en la España actual.


Un libro que se lee de un tirón, desde la primera a la  última página.


Eso de que éste sea un libro en el que la lectura se vuelva trepidante..., tal y como más o menos vienen a decirnos en el resumen de la contraportada, es un pelín exagerado.

Lo compré porque quería enterarme de qué demonios había pasado en la COPE (sí, la narración de los hechos que se da en este libro había de ser subjetiva, algo que no me había pasado desapercibido cuando lo compré, pero, en cualquier caso, quería saber al menos lo que tenía que decir una de las partes) y vaya si se entera una. Supongo que, a pesar de todo lo que cuenta, Jiménez Losantos se habrá callado alguna que otra cosilla, pero aun así es mucho, mucho lo que dice.

Entre los muchos asuntos de los que se ocupa en el libro, aprovecha para poner a parir a media España, en especial a Gallardón y al padre Bru -sin olvidar a Su Majestad-, lo cual no me ha molestado en absoluto -por si a alguien le resulta de interés-.

Tampoco se olvida del 11-M ni de lo muy bien que organizaban las manifestaciones contra el terrorismo cuando aún estaban al frente de los micrófonos de la COPE, aprovechando la coyuntura para colocarse en una posición (él y los que con él se fueron a esRadio) de defensores de la libertad y de las causas justas... Punto en el cual hay que concederle parte de razón, sin que ello sea óbice, sin embargo, para sustraerme a la necesidad de dejar caer aquí una amarga pildorita al respecto de esas causas justas y ese papel de adalid, a los que sin duda Pío Moa, entre otros, mostrará su ferviente apoyo mientras se frota la muesca que, por educación, evitamos decir dónde le fue trazada.

El libro tiene sus capítulos curiosos, pero también un montón de páginas infumables (y venga a transcribir sentencias, y venga, y venga...) que hacen que eso de que "se lee de un tirón" sea sólo puro marketing: tiene 600 páginas y tardé 6 días en leerlo debido a la severa y personal imposición que me hice de tragarme 100 páginas al día y acabarlo cuanto antes, que había mucho y muy interesante esperándome en mi biblioteca. Este asunto de la lectura de un tirón quedará meridianamente claro cuando diga que la parte que más suave me resultó, fue, precisamente, aquélla en la que se transcriben los intercambios de comentarios que se dieron en el blog del padre Bru entre éste y sus lectores a cuenta de la inquina que el pater parecía mostrar (ahora sí, ahora no, ahora arrojo la piedra, ahora escondo la mano) por el sufrido FJL.

Aunque, eso sí, si sólo la mitad de lo que cuenta fuera verdad, bastaría para escribir un tocho como éste y desahogarse a gusto, tal y como ha hecho. Una de las cosas que quedan claras tras leer el libro, es lo muy asqueroso que es el mundo ahí fuera: cuántas zancadillas, cuantas puñaladas y cuánto sufrimiento a cuenta del poder. 

sábado, 4 de febrero de 2012

Todo llega

Todo llega

Llegó Sir Tim...



Llegaron las carcamusas...

Alawen, no sabes lo ricas que me salieron, ¡srulup!


Y llegó mi libuk...

Belén 2013

Belén 2011