domingo, 6 de noviembre de 2011

De cómo viajar en el tiempo

De cómo viajar en el tiempo

Dicen que han descubierto un tipo de neutrino capaz de viajar a mayor velocidad que la luz, lo cual, si se confirmara, abriría la puerta a los viajes en el tiempo. Dicen... No sé si, finalmente, se demostrará que el tal neutrino es así de veloz o se quedará todo en un pufo de los aparatos de medida. Lo que sí sé es que yo no necesito ninguna partícula diminuta para trasladarme en el tiempo... Me basta con Julio Verne.

Hacía mucho tiempo que no leía yo una novela de este autor. Sin embargo, a principios del pasado verano vinieron el destino, las hadas, las editoriales o vaya usted a saber quién a conjurarse  todos al mismo tiempo y pusieron ante mis narices un par de oportunidades que no podía dejar de aprovechar:


y así fue como me hice con algunos títulos de este autor que no tenía en mi biblioteca.
Luego, entrado ya el verano, en una pequeña feria del libro que se celebra durante unos días en el lugar donde paso mis vacaciones, encontré algunos títulos de Julio Verne que llamaron mi atención. En concreto dos: El castillo de los Cárpatos y El testamento de un excéntrico. El segundo de ellos lo hizo (llamar mi atención, digo), simplemente por el título en sí. El primero, sin embargo, captó mi interés porque, cuando lo vi sobre el mostrador de la caseta, sentí como si una espiral extraña me absorbiera y, de un modo que no puedo explicar, me devolviera a mi infancia más tierna. 

Respecto de este título, sabía que lo había leído cuando era una niña y supuse (erróneamente, como luego averigüé) que lo había hecho en un libro de la biblioteca materna. Sin embargo, hablando con mi madre, ella me dijo que ese título en concreto no lo tiene. Así pues, de algún otro lugar lo había sacado yo para su lectura porque, desde luego, lo que estaba bien claro en mi mente es que esa historia había pasado por mis ojos en mi niñez y, además, que la recordaba con un escalofrío... de miedo.

Investigué, pues, y descubrí, al fin, dónde la había leído... No estaba muy lejos de la biblioteca materna. En concreto, se encontraba en la de uno de mis hermanos, y éste fue el ejemplar que pasó por mis ojos:



No me digáis que para una niña de 10 años esa portada no produce al menos... escalofríos... ¡Qué buenos momentos aquéllos empleados en la lectura de las Joyas Literias Juveniles! Y qué manera tan inteligente de ir formando a un futuro buen lector. ¡Qué pena que estas  cosas ya no tengan éxito entre los niños de hoy en día!

Pero, como os decía, me hice con esos dos títulos este verano, y estaba yo muy contentita con la adquisición de ambos hasta que..., de una manera que no voy a contar, los perdí. Me produjo gran disgusto (a otros con los que compartí mis cuitas, sin embargo, parece que les provocó gran regocijo...).

Sin embargo, como nadie es tan malo como pueda parecer (incluso aunque se esfuercen en parecerlo), un querido lector de este blog y muy estimado (aunque, eso sí, secretamente para que no pueda utilizar tal estima en mi contra) puso fin a las risas hace cosa de un mes, en una Ciudad Imperial, con un regalo estupendo del cual ya he devorado la mitad. He aquí mis dos nuevos amigos que retozan felizmente en mi biblioteca: 







:-)))))))))))))))))))))))))))

Hace unos días me bebí El castillo de los Cárpatos en una tarde y ¡cómo lo disfruté!, amigos. No puede contarse esta novela, desde luego, entre las número uno de Julio Verne, pero, en cualquier caso, es entretenida y, lo más importante, consiguió hacerme viajar en el tiempo y devolverme a aquella edad y disfrutar de su candidez.

Gracias, querido y estimado amigo, por darme la oportunidad de viajar en el tiempo y gustar de nuevo aquélla época. Te mereces por ello la sonrisa de la semana y, además..., si quieres... te invito a un café ;-)

8 comentarios:

caraguevo dijo...

3 citas en una anotación.
¿Me estás pidiendo una... cita? Ja, ja,ja
Para completar el pastel mañana probaré lo del enlace porque yo ya hablé de ese libro.
Qué mejor manera de estrenarme con los enlaces. Serán 4 citas.

Y tienes razón, nadie es tan malo como pueda parecer, de hecho a mí no me lo pareces.

;-p

S. Cid dijo...

Caraguevo: ¿Un cita? Hummmm, no. Todavía no he realizado mis ejercicios espirituales de este mes y podría sucumbir a las tentaciones del maligno.

Se te ha olvidado decir algo sobre la sonrisa de la semana. ¡A que te la quito! ;-)

¿Mala? Pero si no hago más que esforzarme por aumentar tus conocimientos blogueros mientras te tomas un aromático café en una preciosa taza sabiendo que, por otra parte y gracias a mi ánimo bizarro, valiente y luchador, tu alma hoy está un poco más salvada que hace unos meses, cuando aquellas señoritas descocadas no cesaban de arrojar sobre ti su maléfica tentación.

caraguevo dijo...

Aquí va una nueva cita sobre el tito Julito, más concretamente sobre el libro del que hablas.
Volvemos a coincidir, esto ya no sé cómo llamarlo, en la opinión general del libro.

¡4 citas de mi blog en una misma anotación de otro blog! Esto debe ser un record para mí y un coñazo sinsentido para el resto de lectores de este blog verdaderamente encantador, como su administradora . Y esto último no es mío, que luego dirán que es peloteo.

caraguevo dijo...

Se me ha olvidado mencionar la sonrisa de la semana. La he puesto con el resto de la colección, con su etiqueta correspondiente, porque ya son ¡tantas!, je, je.

Ana Laura dijo...

Uff, leí bastante a Julio Verne de niña, aunque prefería las novelas de Emilio Salgari cuando estaba con ánimo aventurero o Louise M. Alcott cuando estaba más romántica (todas menos 'Mujercitas', nunca pude con ella).

Esos viajes en el tiempo son los mejores, tienes razón, pero es gracioso, porque vengo de leer una entrada sobre las reglas del viaje de la mano de Stephen King, en el blog de Sonix (te pongo la dire por si te interesa: http://soniaunleashed.blogspot.com/).

Un saludo y que disfrutes el segundo libro tanto como el primero :)

caraguevo dijo...

Ana Laura: Tampoco es mala elección Emilio Salgari, nada mala, de Louise M. Alcott no he leído nada.
Un saludo

carlos dijo...

La obra de Julio Verne es atemporal...como el niño que todos llevamos dentro.
Abrazos

S. Cid dijo...

Ana: Emilio Salgari fue también uno de mis autores preferidos en aquella edad, sin embargo, luego he querido leer de nuevo y me ha defraudado mucho. Lo que no me ha ocurrido con Verne.

Carlos: Síííííííí :-)))) ¡Y me encanta ser una niña otra vez! (en ese sentido, al menos).

Saludos, amigos.

Belén 2013

Belén 2011