martes, 25 de enero de 2011

La dama de las camelias

La dama de las camelias    (Alejandro Dumas)

Hacía mucho tiempo que había leído este libro (allá por mi adolescencia) y prácticamente lo había olvidado, cuando un buen día de navegación por la Red me topé con ella de la mano de Palabras y Mundos. Repentinamente, me dieron ganas de releer la novela de la cual, sin embargo, no tenía ningún ejemplar en mi biblioteca, puesto que aquélla que leí en mis años mozos pertenecía a la de mi madre. Ocurrió, no obstante, que quedé una tarde de aquellos días con una amiga para ir a pecar… al VIPS, lugar elegido para degustar unas exquisitas tortitas, objetivo único en principio que se vio acompañado, sin embargo, por un tropiezo libresco,  pues paso obligado antes de entrar al restaurante es el que atraviesa la librería de VIPS. Allí fue donde, ¡oh, qué casualidad!, encontré esta edición de la famosa novela de Alejandro Dumas, hijo.  La compré, naturalmente, y la leí.

He de confesar que esta vez no me ha gustado tanto, tantísimo, como lo hizo en mi primera lectura. La edad, sin duda, pesa en las emociones. Ahora me parece una novelita, a veces ridícula; otras, insustancial y casi siempre tan, tan poco creíble… Me supo bien, no obstante, la relectura, porque aunque la novela me defraudó, sí logró, no obstante, devolverme durante unos días aquellos aires juveniles que tan lejos quedan ya. Ay, Juventud…, divino tesoro, ¿por qué huiste de mí?

domingo, 23 de enero de 2011

Gatos II

Gatos II

En episodios anteriores...: Fernando I había repartido el reino entre todos sus hijos, lo cual había sentado fatal a Sancho, el primogénito, que anduvo a la gresca con Alfonso a ver si le podía sisar León, con quien finalmente se alió, sin embargo, para atacar al pobre García y repartirse Galicia. Luego, aunque firmada una tregua, Sancho y Alfonso vuelve a las manos y éste, vencido, es exiliado a Toledo, desde donde entra en conciliabulos con Urraca para darle su merecido a Sancho. Se hace fuerte en Zamora, ciudad de la que Vellido Dolfos escapa para, al parecer, hacer traición y mostrar a Sancho una puertecilla por la que entrar en la ciudad, sin embargo, aprovechando un descuido del insaciable rey castellano, le asesta un buen golpe con el venablo por la espalda y se lo carga.

- - - - - - - - -

La Jura de Santa Gadea
Sancho ha pasado a mejor vida, pues, y lo hace, además, sin descendencia, de modo que ahora es Alfonso quien se quedará con el oro y el moro (bueno, con el moro se quedará un poco después), quiero decir que recupera su reino de León y, para escarnio del pobre Sancho -putrefacto ya en la tumba- hereda Castilla. Antes de ser coronado, sin embargo, cuentan las crónicas, o la leyenda o quien sea, pero alguien lo cuenta, que el Cid se negó a prestar juramento de lealtad a Alfonso mientras éste, a su vez, no jurara que no había tenido arte ni parte en el turbio negocio del asesinato de su hermano. Es lo que se conoce como la Jura de Santa Gadea, de la cual puede uno muy bien informarse si se enchufa en la tele esta película.

Mientras tanto, García, aprovechando la muerte de Sancho, se hizo de nuevo con el reino de Galicia. La Historia, que es larga (pues es la única que cuenta con siglos y siglos por delante para vivirse como mejor le vengan en gana), continúa porque, claro, como fácilmente podrá adivinarse, Alfonso no estaba dispuesto a quedarse de brazos cruzados. ¿Emprendería el rey una nueva guerra contra su hermano menor a fin de recuperar el reino gallego? ¡Quia!, era mucho más cómodo y barato hacer de nuevo uso de la traición y la alevosía, así que va y lo cita a una reunión, donde el ingenuo García es apresado, tras lo cual sufrirá prisión perpetua en el castillo de Luna

Ya tenemos, pues, a Alfonso rey de León, de Castilla y de Galicia. ¿Tendrá suficiente con ello? Qué va. Él, a lo suyo. Con un quítame allá esas luchas, se hará con Álava, Vizcaya, Guipúzcoa y La Burela, y luego, mirando al sur, comenzará a tocarle las narices a las taifas musulmanas (aquí es donde comienza a quedarse con el moro, lo cual, por otra parte, no me parece nada mal). ¿Nos acordamos de al-Ma'mum? Sí, hombre, el vasallo toledano que le había acogido con honores ofreciéndole cobijo cuando fue exiliado por Sancho, pues el pobre hombre había muerto en 1074, sucediéndole en el trono su nieto Al-Qádir, quien, en 1084, solició la ayuda de Alfonso para sofocar un levantamiento que le estaba dando problemas. Y hacia allá que se va Alfonso, en lo que parecía una expedición de ayuda y que, sin embargo, el rey castellano aprovechará para sitiar la ciudad de Toledo, que caería en sus  manos el 25 de mayo de 1085.

Y, llegados a este punto, se dirá el paciente lector para su coleto que qué bonita e interesante es la historia de España, llena de traición, pasión, intrigas, turbias alianzas, asesinatos y todo lo que pueda esperarse de una telenovela, pero aún seguirá preguntándose qué demonios tiene todo esto que ver con que a los madrileños los llamen gatos. Aaaayyyy, a ver ese temple, un poco más de aguante y perseverancia en la lectura y lo descubrirá. Pero para ello hay que retroceder unas fechas. 

San Ginés
Nos habíamos quedado en el 25 de mayo de 1085, día glorioso en que Alfonso tomó Toledo. Y es que, Alfonso, que no era tonto, sabía que para hacerse con Toledo, situada en posición casi inexpugnable, primero debía apoderarse de todas las poblaciones cercanas, y da la casualidad de que una de ellas era Madrid, (que por su situación, también privilegiada, cerraba los pasos más frecuentes hacia Toledo: León, Fuenfría y Navacerrada). Por lo tanto, según relatan los cronistas de la época, a Alfonso VI "le pareció empezar la conquista de Madrid, por ser lugar fuerte y muy dispuesto para hacer plaza de armas y frontera contra los moros; executólo poniendo sitio apretado" [...] Los castellanos toman fácilmente el arrabal de San Ginés (¡arrabal!, jajaja, quién lo diría hoy, que cae a paso y medio de Sol), donde habitan los mozárabes, pero encuentran una enconada resistencia de los musulmanes en la fortaleza, que es vencida por los soldados. Éstos trepan como gatos y abren sus puertas. Y he aquí el origen, según la leyenda, del mote con que se conoce a los madrileños, con lo cual nuestra historia toca a su fin.

Hasta la próxima.

- - - - - - - - - - 

Información extraída de:
- Mi cabeza (pero no voy a enlazárosla).
- Crónica de Madrid.

viernes, 21 de enero de 2011

Gatos I

Gatos I

Esta gélida noche madrileña se muestra propicia para, al arrimo de la lumbre (o del radiador, que avanza la técnica que es una barbaridad), entregarse al apasionante  regocijo de las fábulas y leyendas con que nuestra prolija historia nos regala, de modo que se me ha ocurrido la brillante idea de que muy bien podría entretener al lector con una interesante crónica, al término de la cual conocerá, lo cual le dejará tranquilo, pues sin ello no se puede vivir, la respuesta a la pregunta: ¿por qué a los madrileños los llaman gatos?

Vamos, pues, a ello: yo, a escribir (my way, always my way); usted, visitante querido, a darse a la lectura.

Partimos del siglo XI, reinando Fernando I, quien tuvo tres hijos y dos hijas. El mayor, Sancho, debería haber sido el heredero de Fernando, pero éste, al amparo de la ley navarra, decidió repartir su reino entre todos sus hijos, y lo hizo de forma que a Sancho le correspondió Castilla; a Alfonso, León, a García, Galicia; a Urraca, la ciudad de Zamora, y a Elvira, la de Toro. Si las cosas hubieran quedado como Fernando las pensó, tal vez España hoy sería algo muy distinto a lo que es, pero ya se sabe que el hombre propone y Dios dispone, de modo que Sancho, que como hijo primogénito se consideraba el heredero legítimo de todo el reino de su padre, comenzó una carrera expansionista contra sus hermanos, cuyos reinos anhelaba:

Alfonso VI de Castilla
Así, se enfrenta primero a Alfonso en un juicio de Dios el cual, de acuerdo con el pacto firmado por ambos, concluía que el reino derrotado pasaría a manos del reino vencedor. Alfonso fue vencido por Sancho, pero  aquél no cumplió su palabra (¡ay..., reyes... cuán grande es siempre vuestra felonía!) y las cosas quedaron como estaban. Sin embargo, hermanos al fin, el asunto no fue a mayores (de momento), llegando incluso a darse la paradoja de que los reñidos hermanos mantuvieron amistad fraternal, hasta el punto de que, después de todo lo acontecido entre ambos, Alfonso no sólo no hizo ascos a la invitación que Sancho le cursó con motivo de su boda, a la cual el rey leonés asistió alegremente, sino que ambos deudos aprovecharon la celebración para apañarse el reparto de Galicia, reino que había correspondido, según las disposiciones testamentarias de Fernando I, al hijo menor, García.

Y, así, van los dos, en amor y compañía, contra el pobre García, que sucumbe a la embestida y pierde su reino, repartido desde aquella aciaga hora entre Sancho y Alfonso. Se firma entonces una tregua entre ambos que, no obstante, se quebrará en la batalla de Golpejera, de la que Alfonso sale derrotado, razón por la que es encarcelado en Burgos mientras Sancho disfruta ya del apetecido reino leonés. Desde Burgos, Alfonso sale exiliado hacia el reino vasallo de Toledo, donde es recibido con honores por al-Ma'mum. Allí, al amparo de la que un día será ciudad imperial, Alfonso conspira con su hermana Urraca (en cuya ciudad, Zamora, se hará fuerte) y con la nobleza leonesa contra el rey usurpador. Éste (que no es otro que Sancho, claro) sitía la villa y la somete a asedio, en el transcurso del cual un noble zamorano, de nombre Vellido Dolfos, sale subrepticiamente de Zamora y se acerca al campamento castellano donde pide hablar con Sancho. Una vez ante él, se declara desertor de las filas alfonsinas y urraqueñas, e informa de que está dispuesto a mostrar una puerta secreta por la que las tropas castellanas tendrán acceso a la ciudad. Sin embargo, el supuesto desertor, aprovecha un descuido del monarca castellano para atravesarle la espalda con un venablo y matarlo allí mismo, a las puertas de Zamora.

Continuará...

(Y puedes leerlo en Gatos II)

- - - - - - - - - - 

Información extraída de:
- Mi cabeza (pero no voy a enlazárosla).
- Crónica de Madrid.La historia más completa de la Villa y Corte desde sus orígenes hasta hoy.

Si vis pacem...

...para bellum

¡Que se cuiden los traidores!

- Traidor uno
- Traidor dos

¿Alguno más? ¿Tal vez algún admirador de Sir Tim?


¡Puedo con todos!

miércoles, 19 de enero de 2011

domingo, 16 de enero de 2011

El fuego

El fuego   Katherine Neville

En la década de 1980, yo vivía en una pequeña casa de 55 m2 en Sausalito, California. Sobre un mar de acacias, disfrutaba de una vista cruzada de la bahía de San Francisco, con las islas Tiburón y Ángel en la distancia; los eucaliptos poblaban la terraza delantera; en la colina que quedaba detrás, abundaban los jardines de orquídeas en diferentes niveles; un seto de jazmines de un metro de altura flanqueaba el empinado camino de entrada. Fue allí donde escribí El ocho, por las noches y los fines de semana, con mi máquina de escribir IBM Selectric [...]

No dejaba de preguntar a los amigos: "¿No creéis que es el lugar perfecto para escribir un best seller de aventuras?" Probablemente ellos creían que era el lugar ideal para escribir un libro que nadie compraría ni leería nunca.

Pero mi primer agente  literario, Frederick Hill, reconoció en cuanto leyó El ocho que no había libros como aquel. Con dos historias entrelazadas y separadas en el tiempo por doscientos años; sesenta y cuatro personajes, todos ellos piezas en la partida de ajedrez sobre la que giraba el argumento; otras historias secundarias; una codificación del estilo de Sherlock Holmes, y rompecabezas mágicos como los del doctorMatrix, El ocho parecía más un mapa intergaláctico de relaciones en el universo que una novela.

Así es como empieza Katherine Neville la Nota de Edición, que se incluye en las páginas finales de El fuego, la cual, probablemente, sea la parte más interesante de toda la novela. Si ella, en ese maravilloso apartamento de 50 m2, escribió El ocho en la década de los 80, yo, en un piso bastante más grande, pero lleno de hermanos, lo cual lo volvía mucho más pequeño -en cuanto a metros cuadrados per cápita se refiere- que su minúsculo apartamento, yo, decía, leí su novela, transformada ya en un best seller, a principios de la década de los 90. Y me gustó. Me gustó muchísimo. Me atrapó desde la primera página, me encadenó a ella  y creo que me la bebí en un par de sorbos. Fue una lectura de juventud que me dejó un buen regusto. No sé si hoy, de hacer una relectura, pensaría igual que entonces.

Hace dos años, me regalaron El fuego por mi cumpleaños. Los buenos recuerdos que tenía de El ocho hicieron que reservara la segunda parte junto al grupo de novelas que ocupan el estante especial de Para momentos ideales. Y, así, casi dos años después de que llegara a mis manos, decidí tomarla y leerla en un momento especial: la última semana de vacaciones navideñas, con todo, absolutamente todo el tiempo para yo-mí-me-conmigo.

¡Qué decepción! No sólo no me ha enganchado es que, además, y para ser totalmente franca, casi que no me he enterado de la trama. ¿Tan difícil es su lectura?, os preguntaréis. No, no lo creo. Si me he perdido entre sus páginas y he dejado parte de la trama envuelta en una nebulosa de la que ahora me sería imposible extraerla, es porque gran parte de la lectura la he pasado pensando en asuntos que nada tenían que ver con ella. Tanto me ha aburrido, sí.

Mala novela, señorita Neville. Pura decepción.

martes, 11 de enero de 2011

Tomando fuerzas

Tomando fuerzas

Ya he dicho por aquí, en alguna otra ocasión, que soy muy germana en lo referente a un aspecto  concreto de mi vida: mi cabeza es cuadrada. No en el sentido de terquedad: soy obstinada, sí, pero sólo hasta cierto punto y con determinados asuntos. De hecho, cualquiera con habilidad suficiente para manipular las emociones me gana para su causa sin mucho trabajo. Tampoco lo soy en el sentido físico (aunque quizá el cráneo un poco abultado sí que me adorna -¡maldito él que no se autollenó con un cerebro igualmente dilatado!-). No, mi cabeza es cuadrada en el sentido de método, orden y concierto.

Et alors..., qué le voy a hacer, soy así: metódica, ordenada y precisa -cual reloj suizo-, lo cual tal vez me hace previsible, pero, al fin, otros encantos que me adornan logran velar tal transparencia de intenciones y me vuelven igualmente interesante. No obstante, y a pesar de que mi tenaz inclinación -en ocasiones desagradablemente despótica- hacia la organización y el procedimiento  (primero va el uno; luego, el dos; después..., obviamente, el tres..., etc., etc., etc.) se cumple a rajatabla en mi día a día (y sólo un cataclismo natural -porque a ninguna otra razón se lo permito*- me descompone el sistema), tengo cintura suficiente para, cuando la ocasión lo requiere, dar una voltereta, evitar al meteorito y reorganizar el asunto tan rápida y eficientemente como si por mis venas corriera la más pura sangre alemana... 

... 

... 

Vale, lo confieso: aún hay dos motivos más por los que, sin ningún género de dudas, renuncio al orden y desisto del método: 
  • mi madre: si mami dice x, S. Cid abandona el planeta y vuela en busca de x (sí, lo admito sin ambages: adolezco de mamitis crónica) 
  • y el cansancio: si me siento desfallecer, me dejo caer en un sillón y ya puede desplomarse el mundo que no me levantaré para sostenerlo.
Y por este segundo motivo, amigos, es precisamente por lo que hoy estáis leyendo este texto: el cansancio. Habitualmente, oigo dar las 7 en el reloj cuando ya me encuentro frente a la pantalla del ordenador dispuesta a recrearme con mis crímenes. Siempre es así: dong, dong, dong, dong, dong, dong, dong... y tic, tic, tic, tic, se oye el soniquete de las teclas con ritmo constante y airoso. Sin embargo, últimamente estoy muy, muy cansada. Hace unas semanas que el diálogo entre mis personajes se detuvo en este punto:
-Gracias, pero no quisiera abusar de su hospitalidad.
-Oh, querida, me encanta este tipo de abusos. Vamos, Charles, busca un taxi.
Y no he avanzado una sola línea desde entonces porque me invade una lasitud insuperable tanto para las escasas fuerzas con que cuento como para el suave oleaje con el que se mece la papilla mental que últimamente me sirve de cerebro.

Así que aquí estoy, escribiendo este texto insubstancial, a ver si con ello logro tonificar las neuronas y puedo ponerme a la tarea porque he observado, amigos, que suele el cerebro espabilarse después de llevar escritos unos párrafos...

Lástima que, ahora, con la mente convenientemente despierta, deba irme... a preparar la cena.

- - - - - - - - - - -

*Este paréntesis es una desvergonzada muestra de presunción y altivez que no responden a la realidad, pero permítaseme la licencia poética, pues la rotunda afirmación encarcelada entre esos paréntesis  parece que me otorga un cierto halo de fortaleza y garra que me cae bien, ¿verdad...?

lunes, 10 de enero de 2011

Y los títulos son...

Y los títulos son...

Aunque con un poquito de retraso (que le debía a Bate un De/Bate sobre educación y eso aplazó el asunto unos días), aquí estoy para poneros al día con mis regalos de Reyes. Mis regalos literarios, claro, que los otros quedan para la intimidad porque... a ver a quién le van a importar, por ejemplo, mis nuevos y gustosos calcetines para estar en casa calentita mientras escribo, ¿eh? ;-)

Pero vayámos ya a los regalos y empecemos con una exclamación: ¡qué fácil se lo pongo siempre a los Reyes! Supongo que por eso, porque no les doy ni un solo quebradero de cabeza, me quieren tanto y son tan generosos conmigo. Y es que debo de ser muy buena, porque hay que ver lo cargaditos que han venido este año. Ahí va mi lista:

- El mortal inmortal y otras fantasías góticas, de Mary Shelley.
- Sospecha, de M. G. Lewis.
- Arcano trece (cuentos crueles), de Pilar Pedraza.
- Historia de intriga y de aventuras, de Arthur Conan Doyle.
- El caso de Charles Dexter Ward, de H. P. Lovecraft.
- Mendel el de los libros, de Stefan Zweig.
- Los crímenes de Oxford, de Guillermo Martínez.
- 1984, de George Orwell.
- Fahrenheit 451, de Ray Bradbury.
- Favoritos de la fortuna, de Colleen McCullough.
- Las mujeres de César, de Colleen McCulloug.

Aún está pendiente de llegar el duodécimo (no sé si será -y me consume la impaciencia- Papá Goriot, de Balzac, o El idiota, de Dostoievski).  Sea cual sea, será bienvenido porque ambos estaban en mi Lista para elegir..., la cual, por cierto, este año la han traído casi completa. Entonces..., visto que doy muchos títulos para que cada Rey Mago elija el que mejor le parezca y que, finalmente, me los traen casi todos, el próximo año haré mi lista muuuuchooooo más larga, jajaajajaja. Vale, vale..., ya sé que la avaricia rompe el saco, así que me contendré ;-)

Pues eso es... todo. Por cierto que Sus Majestades me dejaron una nota de queja, por el sobrepeso con el que debieron cargar, y con la advertencia de que, para el año que viene, no sea tan buena...

Ay..., si es que hoy en día la santidad está muy mal vista... hasta por los Reyes Magos, hay que jorobarse... ;-)

sábado, 8 de enero de 2011

Colegio y "homeschooling"

Colegio y homeschooling

Hace un par de semanas, al hilo de una de mis entradas, titulada Minar, Bate propuso que se abriera de nuevo el Espacio para el De/Bate y se tratara el tema peliagudo de la educación, aunque orientado, en este caso, a un punto concreto: ¿qué nos parece la educación en casa que muchos padres desean para sus hijos? En España, el Tribunal Constitucional ha negado esta posibilidad a los padres, haciendo obligatoria la  asistencia al colegio.

Algunos enlaces de interés, para aquellos que estén interesados en el asunto, son:


Yo ya dejo clara mi postura desde el principio, antes de que se inicie el De/Bate: estoy a favor de que los padres opten por el tipo de educación que crean más conveniente para sus hijos. Ellos son, de hecho, los primeros responsables de la educación filial, tanto académica como en lo que a urbanidad, civismo y moralidad se refiere. Ningún Estado, ningún colegio, ningún profesor, nadie, que no sean los padres, tiene potestad sobre los hijos para educarlos, salvo en el caso en que aquéllos deleguen en un centro escolar la transmisión de conocimientos* sobre éstos. 

- - - - - - - - -

*Préstese especial atención a las palabras utilizadas: transmisión de conocimientos. Un centro escolar no debería ocuparse de ninguna otra actividad que no fuera ésta. Entretener a los niños, mantenerlos ocupados mientras sus padres trabajan y formarles desde el punto de vista moral y ético no debería ser (aunque ya se les ha echado encima -y algunos colegios han acogido gustosos tan penosa carga) competencia del centro escolar.

miércoles, 5 de enero de 2011

A Christmas tale for an atheist

A Christmas tale for an atheist

–Me duele –se quejó mimosa al tiempo que agitaba ante mis ojos el dedo que se había pillado con la puerta, y al que el remedio mágico de una tirita le había hecho breve efecto.
–Sana, sanita, culito de rana, si no sana hoy sanará mañana –la consolé dando unos pases mágicos sobre el dedo mientras recitaba las palabras del hechizo–. Y, ahora, tápate bien y a dormir, que esta noche vienen los Reyes.
–Sííííí –sonrió llena de una alegría que me contagió al pensar en la felicidad que proporciona la fe en unos seres misteriosos y benevolentes–. ¡Aunque… –exclamó preocupada–, ¿sabes?, Linda dice que no existen!  ¿No crees que la castigarán sin regalos?
–No  –contesté–, no lo creo. Los Reyes son muy buenos y no se enfadan por esas cosas. Se entristecen, pero nada más.
–¿Cómo Dios contigo, mamá?

- - - - - - - - - -

Al hilo de una deliciosa anécdota nacida de una conversación entre una madre y su hija, y que Ana Laura tuvo a bien compartir con sus lectores en  El Ratón Pérez es un ratón de laboratorio -cuya lectura no puedo dejar de recomendar-, surgió esta pequeña historia que publico sólo para, merced a la reacción que provoque en los lectores, tomarle el pulso, porque a mí no acaba de satisfacerme. No he conseguido cuadrarla como yo quería y -para más inri-  le he colocado un rimbombante título en inglés. La de Ana Laura es mucho mejor..., pero es que la realidad -dicen- siempre supera a la ficción.

sábado, 1 de enero de 2011

Take the long way home

Take the long way home

Porque es la Patria, al que dichoso fuere, de donde se nace, no; de donde se quiere, dice Clarín en La Regenta. Y el hogar, también; añado yo. Cada uno encuentra su casa donde mejor le parece, y estas páginas verdes a las que llamé Finis Terrae no son ni mi Patria ni mi hogar, pero sí, quizá, un rinconcillo de ambos, porque dichosa soy en ellas.

Os aviso, amigos de Finis Terrae, de que una de las cosas que he hecho en todos vuestros blogs es visitar la primera entrada (anotación, para algunos, jejeje) que escribisteis. Unos me han sorprendido con el día de San Longinos (creo) y otros con alguna que otra bonita foto. Algunos se explicotean sobre el porqué de su bitácora y otros se presentan. En fin, gustos hay para todos. La mía..., mi primera anotación, es de risa. Mi primera entrada fue una simple prueba pensada como tal, esto es, como manera de comprobar que aquello funcionaba. Sin embargo, nunca la borré. Ahí se quedó, invitando a hablar de libros, un 8 de mayo de 2009. Quién me iba a decir que, año y medio después, seguiría por aquí y, lo mejor de todo, con un buen puñado de amigos internautas: escritores aficionados (y no tan aficionados...), devoradores de libros, un músico, un editor, un par de enciclopedias con patas, Sir Drake... ¡Qué gran variedad! De todo, de todo, tengo amigos de todos los tipos  :-). Y, luego, estoy yo... Pero hoy no vengo a cuento, así que chitón al respecto.

Posodo escribió una nota hace unos días, en uno de sus comentarios, sobre el hecho de que tal comentario hacía el número 3003. Eso me dio la idea de echar un vistazo a lo que se guarda en estas páginas, y me sorprendió: 350 entradas, 3015 comentarios y 12.828 visitas. ¡Caray con Finis Terrae!  Día a día ha ido creciendo este..., ¿cómo definirlo? No sé, no sé cómo hacerlo. Sigo llamándolo blog porque aún no he encontrado otra manera de hacerlo. Y no la he encontrado porque este Finis Terrae guarda en su memoria un baturrillo de textos que es indefinible e inclasificable en categoría alguna.  ¡Pero qué más da! En último extremo, este blog, diario, bitácora o como quiera que se llame es the way home I take cuando dejo atrás el día, con sus cosillas, y me dispongo a hacer realidad el lema que lo corona: nulla dies sine linea.

Veremos si, el próximo año, aparece por aquí un Take the long way home II. Ojalá que sí.

Saludos, amigos, y feliz año.





Supertramp - Take The Long Way Home
 
So you think you're a Romeo
playing a part in a picture-show
   Take the long way home
   Take the long way home

Cos you're the joke of the neighborhood
Why should you care if you're feeling good
   Take the long way home
   Take the long way home

But there are times that you feel you're part of the scenery
all the greenery is comin' down, boy
And then your wife seems to think you're part of the
furniture oh, it's peculiar, she used to be so nice.

When lonely days turn to lonely nights
you take a trip to the city lights
   And take the long way home
   Take the long way home

You never see what you want to see
Forever playing to the gallery
   You take the long way home
   Take the long way home

And when you're up on the stage, it's so unbelievable,
unforgettable, how they adore you,
But then your wife seems to think you're losing your sanity,
oh, calamity, is there no way out?

Does it feel that you life's become a catastrophe?
Oh, it has to be for you to grow, boy.
When you look through the years and see what you could
have been oh, what might have been,
if you'd had more time.

So, when the day comes to settle down,
Who's to blame if you're not around?
   You took the long way home
   You took the long way home...

Belén 2013

Belén 2011