martes, 31 de agosto de 2010

Carta

Carta

Estimada Sra. Directora:

Después de un concienzudo análisis de mi estado anímico, así como de un profuso chequeo físico, he llegado a la conclusión de que tanto mi organismo biológico como el espiritual que lo acompaña se hallan carentes de todo elemento necesario para una sana reincorporación al trabajo.

En espera de que se produzca la entrada en mi entorno de un ciclo cósmico de naturaleza benévola que solvente mi actual estado decrépito, solicito de su comprensión la imprescindible prolongación del período vacacional.

Reciba un cordial saludo de su esclava, siempre.

Yo.

¿Colará...?

lunes, 30 de agosto de 2010

Origen

Origen

Ya mencioné, estos días de atrás, que había ido a ver la película Origen. Había oído hablar mucho de ella, pero no tenía ni idea de qué iba, de modo que fui a verla un poco a ciegas. Sin embargo, me gustó. Es una pesadilla meterse en el mundo que plantea esa película y, desde luego, juega mucho con la mente del espectador.

Película rara, rarísima, de hecho, que te bate las neuronas y retoza y corretea por tu cerebro todo lo que quiere, pero muy buena y con un final...

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Información más exhaustiva que eso de ahí arriba: Origen.

Resolución

Resolución

¿Qué feliz acontecimiento sería el responsable? La sonrisa plácida con que la sorprendió el sueño sugería tal interrogante.

La oscuridad nocturna, en la que la luz de Ofiuco brillaba apenas, se agrietaba fugazmente con la luz de los faros mientras la radio amordazaba el ronroneo del coche que circulaba por una carretera comarcal, de vuelta a casa tras el trabajo. De repente, surgió en su cerebro como un flash fotográfico: había llegado el momento. Ni antes, ni después. Justo ahora. Sonrió. La idea le pareció estimulante y sintió que una creciente oleada de felicidad la invadía. Había decidido enamorarse.

sábado, 28 de agosto de 2010

Una de lindos gatitos...

Una de lindos gatitos...

Veo en Contando Estrelas, el blog de Elentir, unos simpatiquísimos vídeos de mininos dibujados por un tal Simon Tofield, a quien no tenía el gusto de conocer hasta hoy. Me ha hecho tanta gracia, que aquí os dejo uno, a ver si os gusta.




Con mi recuerdo para Pit.

viernes, 27 de agosto de 2010

Mes photos magnifiques

Mes photos magnifiques

Os contaré, amigos, algo a lo que casi no he hecho mención en esas entradas referidas a mi tour francés. Se trata de la temperatura. Y es que..., aplicando las dotes deductivas con las que sin duda cuento (recuérdese mi habilidad para perpetrar asesinatos y las cualidades detectivescas que despliego para resolverlos, yo misma también), una podría suponer que, puesto que visitaba los Pirineos, disfrutaría de una temperatura agradable y en notable contraste con este calor sofocante que sufre España de la Cordillera Cantábrica para abajo. Mais... quelle erreur, mes chers amis!, que diría Poirot. En varias ocasiones, a lo largo de mis jours por la France, he estado a punto de sufrir un colapso a cuenta de las impías temperaturas. ¡Qué sol! ¡Qué calor! ¡Qué sed!
-¿Tanto? -os preguntaréis.
-Mais, oui
. -os respondo.

Y si no he perecido a la sofoquina francesa, ha sido sin duda gracias a mi despierta inteligencia que, en los momentos de mayor sufrimiento, me indicaba el camino hacia la supervivencia...


Claro que... lo que ganaba la refrigeración de mi organismo, lo perdía mi gusto (el sentido, digo, no la finura y distinción que me conforman, naturellement), porque probablemente esa Granita es la peor granizada que he probado en toda mi vida.

En cualquier caso, aun con sabor a jarabe, el refresco incidió con suficiente vigor en mi cerebro como para sacarlo del sopor al que la incandescencia francesa lo había conducido y pude, así, percartarme de hasta dónde había ido Gallardón para hacerse con esos aparatos inútiles que tanto nos cabrean, no tanto por la pasta que exigen para poder desentenderse del coche, como porque, en realidad, ¡¡¡nunca hay sitio para aparcarlo!!!, ergo, amigos, no son sino aparatos inútiles la mayoría de las veces:


Luego, está lo de amenizar los interminables kilómetros que se van deglutiendo. Porque, a ver..., ¿cómo se entretiene un viaje largo, largo...? Ah, pues o bien duerme una o bien chacharea... Creo que a lo largo de esta escapadilla francesa he hecho más de lo segundo que de lo primero, aunque también ha caído, lo reconozco, alguna que otra cabezadilla.

Ahora bien..., no sólo de palabras y sueños vive el hombre. Algo más debe hacer para distraer la tediosa sucesión de kilómetros. Et alors?, que diría un fracés (creo).
-Dadle a la niña algo con lo que entretenerse, caray, que se va a arrojar por la ventanilla. Aaaah, mais quel horreur! C'est un enfant terrible!!!

Eso, eso..., dadle una cámara a esta petite fille y os mostrará cómo se puede entretener el tiempo en el coche...










Bueno..., tampoco soy tan terrible..., ¿no?, aunque esta entrada puede que sí lo sea un poco...

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Note de bas de page: discúlpense los posibles errores que haya cometido la traductora al francés, que no es sino la moi même, cuyos estudios de la lengua gala quedan ya tan lejanos que su conocimiento de la misma se reduce a quejumbrosos hipidos entrecortados por la ignorancia. Désolée...

jueves, 26 de agosto de 2010

Un poco de descanso

Un poco de descanso

El sábado, 21 de agosto, ya se iba aproximando el momento de la vuelta, pero lo tomamos con tranquilidad porque, aunque lo cierto es que durante toda la semana lo hemos llevado con bastante calma, iba ya tocando algún momentito de asueto, así que la mañana del sábado la tomamos en plan campestre e hicimos un agradable picnic en el Lac de Lourdes a la hora de comer.



Luego, por la tarde, nos acercamos a Lourdes, ciudad que habíamos atravesado en varias ocasiones y que no puedo sino calificar como auténtico infierno. Según hemos leído en alguna parte, Lourdes es el segundo lugar más turístico de Francia, después de París, sin embargo, sus instalaciones, al menos en lo que se refiere a la circulación y aparcamiento, son para suicidarse. Bebimos su agua, de la que esperamos algún milagro, por supuesto, si bien ya realizó uno: calmar nuestra sed porque, una vez más lo digo, la semana ha sido tan calurosa que más parecíamos estar en Jaén que en los Pirineos.

Como Santuario no me impresionó demasiado. Esperaba más, la verdad, aunque tiene su encanto, por supuesto, y desde luego sus alrededores son impresionantes, pero, no podré evitarlo, siempre quedará grabado en mi memoria el caos circulatorio que reina en esa pequeña ciudad.

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Nota para Sue: si afinas la vista..., creo que en la foto del picnic debe de aparecer el sandwich del Carrefour. Es todo lo que te puedo ofrecer, desde el punto de vista culinario, de este viaje, pero lo tendré en cuenta para futuras ocasiones, y en próximas escapadas me ocuparé de hacerle foticas a la comida ;-)

martes, 24 de agosto de 2010

Soy una turista perezosa

Soy una turista perezosa

El viernes (creo que 20 de agosto, aunque no estoy segura, porque en vacaciones pierdo totalmente la noción del tiempo), tocó el turno de Pau, cuyo famoso castillo se puede observar en la foto de la izquierda. Había oído decir de ella que era una ciudad preciosa, y aquellos que lo dicen tienen razón: lo es. No la pateamos de arriba abajo, sin embargo, entre otras cosas porque, como reza el título de esta entrada, soy una turista muy perezosa y, además, ese día hacía un calor (como todos los otros días, excepto el del Tourmalet), que echaba p'atrás al más pintado. Sin embargo, para todo existe solución, que no quieres andar mucho…, pues toma el trenecito… Jajaja. Nos dio un paseo muy agradable por Pau con las correspondientes explicaciones en francés… ¡y en español! Así que, sin problemas :-) Y, por supuesto, pudimos hacer una gran cantidad de fotos, algunas de las cuales se pueden ver a continuación:




Por la tarde le tocó el turno a Tarbes. La verdad es que no sabíamos absolutamente nada de esta ciudad. Echamos un ojo en internet y nos dio alguna idea sobre lo que íbamos a encontrar ahí, pero la verdad es que no merece mucho la pena, salvo quizá por su Mairie (pero eso en casi todos los pueblecitos franceses, que la cuidan mucho y suelen tener un ayuntamiento bonito) y, eso sí, por una razón especial que, sin embargo, no encontraréis (si es que visitáis Tarbes) cualquier día del año. Me refiero a esto:



Y es que, amigos, si observáis con cuidado la foto de la Mairie, veréis unas carpas delante del edificio en las que se estaba celebrando (aunque luego vimos que en otras zonas de la ciudad también lo hacían) una especie de festividad tanguera que supuso un agradable rato de risotadas para mí, porque no podéis imaginar el lío de piernas que se hacían las parejas que allí bailaban, además de que, de repente, acabado un tango, comenzó la música de lo que ellos creían otro, y de hecho así lo bailaron (es un decir), pero, creedme, amigos, aquello que sonaba tenía de tango lo que yo de japonesa. Se trataba, ni más ni menos, que de ¡¡¡un fado!!!

Eso sí, la ciudad de Tarbes rinde un sincero homenaje a Danton, cuya estatua preside la placita que se encuentra ante la Mairie. Aunque…, pobre hombre…, al parecer no fue suficiente con que le despojaran de la cabeza que parece haber quedado para servir de solaz a las palomas.




viernes, 20 de agosto de 2010

¡Qué bonita la plana, planísima llanura castellana!

¡Qué bonita la plana, planísima llanura castellana!

En nuestra primera mañana de garbeo franchute fuimos a dar con este pueblo, que no íbamos buscando, pero que encontramos de sopetón en nuestro devenir carreteril y en el que no pudimos sino detenernos y echar un ojo. Como anuncia el cartel, está lleno de santuarios. Para que el lector se haga una idea, incluyo foto sobre lo que no es sino una simple estación del Vía Crucis. Pues como esa, trece más. Eso, naturalmente, sin contar las iglesias, iglesitas y santuarios diversos que lo rodeaban, además de lo que nos pareció una especie de seminario, aunque no llegamos a averiguar si lo era o no. El pueblo, como todos los franceses que llevo vistos por esta zona, es bonito y ofrecía, además de los santuarios, otros lugares sugerentes donde recrear la vista. Véase la artística foto del puente que llega casi a formar un círculo con su reflejo (nota: la admiro tanto porque no es mía, que si lo fuera… más parecería un cuadro abstracto que otra cosa):


En nuestro segundo día, además de recorrer las estrechísimas carreteras francesas y tenérnoslas tiesas con un camionero cRetinazo (obsérvese la pronunciación francesa con que lo he escrito) que nos persiguió durante kilómetros a metro y medio de nuestro parachoques trasero, pitando como un poseso y gritando en francés lo que sin duda serían recuerdos para nuestras santas madres, porque circulábamos a la velocidad que indicaban las señales de tráfico y que, sin duda, a él debía de parecerle muy lento. Yo creo que también nuestra matrícula tuvo que ver (¡Ay que jorobarse..., con la de verduras que nos han tirado en sus fronteras!). En fin…, al menos durante unos minutos, hasta que pudimos echarnos a la derecha y dejarle pasar, me sentí estrella de Hollywood, emulando a El diablo sobre ruedas. Pero decía que en nuestro segundo día visitamos las Grutas de Bétharran. Una auténtica pasada: hora y media recorriendo la montaña por dentro, a cien metros de profundidad, de manera que comienzas el recorrido en el Pirineo Atlántico y lo terminas en los Hautes Pyrénées. Desgraciadamente, no puedo incluir ninguna foto de la visita porque estaba prohibido hacerlas, pero sí, al menos, una que tomé desde el coche mientras íbamos hacia allí y estábamos a punto de llegar.

El día tres no recuerdo qué es lo que Dios creó, pero en nuestro tercer día de viaje lo que nosotros hicimos fue visitar el Tourmalet. Precisamente en el hotel se aloja un matrimonio de Murcia que lo había visitado el día anterior, así que nos informaron convenientemente. Lo que a mí me importaba, sobre todo, era el estado de la carretera:
-¿Es ancha?
-Sí.
-¿Pero ancha, ancha…?

Y es que, amigos, no puedo con las alturas. Espero alcanzarlas (me refiero a las celestiales) cuando vaya al otro mundo, pero aquí…, ay, aquí prefiero terreno llano. De modo que acepté ir al Tourmalet siempre y cuando subiéramos de manera que lo hiciéramos por la parte de dentro, y al bajar… también quedáramos al resguardo de la parte interior. Así lo hicimos aunque, naturalmente, la carretera da tantas vueltas y revueltas que en ocasiones quedas del lado del precipicio. Para ser justa, he de decir que no lo he pasado tan mal como en otras ocasiones subiendo otras montañas, pero ha habido algunos momentitos… en que he pensado que mi corazón empezaba a fibrilar. Más aún cuando lo que nos esperaba arriba era esto (véase foto a la derecha). ¿A que asusta? Bueno, pues ni eso arredró nuestro valiente corazón español, descendiente de conquistadores, descubridores, navegantes aguerridos..., vale, vaaaaleeee, ya paro, que veo que se me va la olla. Pero ya hubiera querido Noé haber tenido un diluvio como el que sufrimos nosotros, justo, justo cuando hacíamos cumbre:


De modo que, al final, tanto sufrimiento para nada porque ni siquiera hemos podido bajar y pasearnos un rato por allí. En fin…, tendré que volver en otra ocasión y, para más seguridad, hacerlo en bicicleta…, jajaja. Que esa es otra…, cuando no son vacas caminando por mitad de la calzada, son… (diría "locos de la pradera", pero es que justo ahí arriba, pradera, pradera…, lo que se dice pradera…, más bien poca), bueno, digamos que no os podéis imaginar la de pirados que hay subiendo el monstruo ese en bicicleta. Con lo que eso complica la conducción, ¡caray!, que aquí somos prudentes y siempre dejamos metro y medio de separación con el conductor de velocípedo. Y eso…, cuando tienes al lado un despeñadero que asusta, tiene su mérito, no creáis.

Eso sí, a pesar de no habernos atrevido a poner el pie en los charcos que anegaban la cumbre del Tourmalet, algunas fotos durante la subida y otras en la bajada (con seguramente todas las nubes del planeta descargando sobre nuestro pobre coche) sí hemos podido hacer. He aquí (quiero decir, voilà) algunos ejemplos:




Así que, amigos, todo esto es muy verde, frondoso, idílico y bla, bla, bla, pero… , como decía al principio de la narración de éstas, mis aventuras y desventuras francesas, ¡¡¡qué bonita es la plana, planísima llanura castellana!!!

Hasta el próximo McDonald's ;-)

miércoles, 18 de agosto de 2010

Afrancesándose, que es gerundio

Afrancesándose, que es gerundio

Como hasta el momento no había logrado descubrir ningún lugar que tuviera zona wifi, comenzaba a desesperar y pensar que no volvería por estos lares hasta mi vuelta a Cantabria, sin embargo, a alguien se le ocurrió que McDonald's ha instalado este servicio en todos sus establecimientos en España (¡de lo que se entera una viniendo a Francia, caray!) y que probablemente también lo ofrecería en la tierra de Asterix. De modo que aquí estoy, amigos, en un McDonald's, tomándome un café ou lait y aprovechando para poner al día mi casa internáutica.

Llevo ya aquí casi dos días, pero empezaré por el principio, claro, que fue nuestro viaje. Y es que, de camino hacia el hotel que nos aguardaba en Peyrouse, hicimos algunas visitas. La primera que teníamos prevista, naturalmente, era San Sebastián (comimos allí, de hecho), pero remoloneando por la carretera, como suele ser nuestra costumbre, habíamos ido parando en otros sitios, tal y como se puede ilustrar con esta foto tomada en un acantilado de Zumaya, de modo que el tiempo se nos había echado encima y finalmente tuvimos que dejar en barbecho la visita a San Sebastián que haremos, espero, a la vuelta. No obstante, la atravesamos para poder echarle el ojo desde el coche, al menos, y no puedo decir de ella sino lo mismito, mismito que quedó aquí dicho de Santander: ¡qué ciudad tan, tan, tan bonita!

Una vez en Francia, visitamos San Juan de la Luz, pero, tal y como ocurrió con San Sebastián, sólo pudimos verlo desde el coche. En esta ocasión, sin embargo, la ausencia de visita se debió a un problema que en español castizo puede expresarse más o menos así: "¿Y ahora qué hago con el coche? ¿Me lo como?" Y es que el pueblito estaba tan lleno, que no encontramos sitio para aparcar. Y eso que nos hartamos de dar vueltas y vueltas. Así que, amigos, sintiéndolo mucho no os puedo ofrecer fotos de este bonito pueblo costero francés. Sí las tengo, sin embargo, de Biarritz (donde, por cierto, también costó un buen rato encontrar aparcamiento), como se puede comprobar gracias a una de las artísticas fotos que mi compi de viaje hizo. [Si se me permite la digresión: esta foto me recuerda a las que Posodo hace a las tapas de la alcantarilla. Sólo a gente… diferente se le ocurre hacer fotos así (jejeje). A mí, que soy del tipo normal, jamás se me pasaría por el magín tal idea… ;-)]. No obstante, y para que el personal pueda disfrutar de algo más que esa simple placa gris, subamos un ejemplo de Biarritz más… comercial y atrayente para el ávido lector de este blog.

Luego, seguimos camino. Un camino que ya iba siendo largo y por cuya causa empezaban mi cuerpo y el asiento a confundirse de forma sospechosa, además de que, para entonces, iba tan aburrida como pueda estarlo un higo en un bodegón, así que desenfundé la cámara y me dediqué a hacerle fotos a ese camino interminable. No iba yo conduciendo, claro, en esos momentos. Sí lo iba haciendo, sin embargo, por la autopista cuando de repente un coche que estaba adelantándonos nos pitó. Me sorprendí, porque no creía haber cometido ninguna pirula que pudiera haberle molestado. Lo miré extrañada y me encontré con un tipo que nos saludaba sonriente mientras agitaba la mano con frenética alegría. Todo se explicó cuando vimos la E en su matrícula. Le sonreímos, agitamos nuestras manos y le di unas ráfagas de largas a modo de lumínica salutación. ¡Qué bonito esto de tener un país al que pertenecer, con el que identificarse y en el que existe gente que se alegra de ser tu compatriota al encontrarte en un rincón perdido de este planeta!

Pero, finalmente, amigos, todo llega a su fin. Acabó nuestro viajecito, se desentumeció mi cuerpo y pudimos descansar en una habitación desde cuya ventana se observan estas magníficas vistas.

domingo, 15 de agosto de 2010

Libros, un rato de cine y zoo

Libros, un rato de cine y zoo

Santander..., ¡qué ciudad tan, tan bonita! Y, si hay quien albergue dudas, para muestra, un botón: la foto de la izquierda muestra uno de los incontables casoplones con que te topas en sus calles. Sí, Santander..., ¡qué ciudad tan, tan bonita! Y con playas alucinantes en las que, además, una sabe que nunca, nunca va a encontrarse con la Obregón y demás fauna ibérica... Hay que ser tonto para cambiar la Magdalena por Marivent..., ¿a que sí? Pero y qué me importa a mí dónde pasen los demás sus días de asueto. Yo a mis asuntos, y mis asuntos, según los dejé en estas páginas de Finis Terrae, versaban sobre la Feria del Libro Viejo de Santander. Ah..., por Dios..., mira que me estaba conteniendo..., pero al final piqué.

Sí, estuve en la Feria del libro Viejo de Santander, como os dije y, aparte de contaros que me pareció muy pequeñita, pero que había mucha gente y no fue posible un examen exhaustivo de los libros expuestos en las casetas, no tengo mucho más que decir, salvo que piqué. ¿Y con qué libros mordí el anzuelo? Pues con un par de volúmenes que incluyen varias obras de una colección que he visto en las estanterías de casa desde mi más remota infancia y cuya compra realicé más por un simple motivo sentimental que por otra cosa.

Lo cuento: en casa, mi tía tenía la colección completa de Zane Grey: unos libros verdes con páginas de papel de Biblia que siempre me llamaron la atención. Hace poco, vi que faltaban en su biblioteca y supe que se los había dado a una de mis hermanas. De manera que ayer, cuando me topé con dos de los volúmenes, volvieron a mí los recuerdos e, impulsada por la emotividad, me los compré. Con lo cual, comienza un nuevo reto: conseguir la colección completa. Ya tengo experiencia en estas tareas tan arduas: durante años fui haciendo la colección de las obras de Agatha Christie en una edición publicada en quiosco (que no pude hacer en su momento por razones económicas, que era yo entonces una simple estudiante con sólo unas monedillas en los bolsillos) de libros también verdes: librerías, Rastro, Ferias del Libro Antiguo..., fui persiguiéndolas por todas partes hasta que logré tener todos los ejemplares... menos dos. Busqué hasta en los rincones más inverosímiles, pero se resistían, hasta que un buen día, en la Feria del Libro de Laredo... me los encontré. Habrá que perseguir ahora a Zane Grey. En fin..., me gustan los retos ;-)

Luego, tal y como ya avancé, fui a ver la película Origen, pero eso lo dejo para otro día.

Estos días, además de la corta escapada a Santander, hemos ido a Santillana del mar, maravilloso pueblo (éste sí que lo es, Sue) que, como todo el mundo sabe, es el pueblo de las tres mentiras porque ni es santa, ni llana ni tiene mar... No anduvimos por sus calles, sin embargo, porque en esta ocasión el objetivo de nuestra escapada no era el de visitar el pueblo, sino su zoo. Pequeño, pero interesante: hay leones, tigres, panteras, lobos, toda clase de monos y hasta cocodrilos, pequeños…, pero cocodrilos al fin. Tienen también un insectario que, por supuesto, la que os habla no visitó, aunque tuve que atravesarlo para echar un vistazo a una preciosa zona dedicada a las mariposas. Nunca había visto algo así. Era como una especie de invernadero gigante donde las mariposas más que lindos lepidópteros revoltosos parecían camicaces: sobrevolaban a tu alrededor y se te echaban encima sin ningún pudor. Disfruté mucho de ellas hasta que me fijé en las ENORMES orugas que aguardaban su proceso para convertirse de vil gusano asqueroso en linda mariposilla. Salí despavorida atravesando el insectario con la mano delante de los ojos. ¡Puag, qué bichos más repugnantes!

Pocas fotos tengo del zoo porque las pilas recargables que tan baratas compré me jugaron una malísima pasada y, a pesar de tenerlas en el cargador durante más de 24 horas, parecían cargadas pero no lo estaban. Sin embargo, y a pesar de la increíble multitud que se reunía (yo incluida durante un buen rato) alrededor de Silvestre, el bebé de orangután que parecía humano, creo que elegí bien las dos únicas fotos que me permitió hacer la breve vida, casi un suspiro, de las dos pilas. Quizá en ellas se resuma la historia más desoladora del zoo, pero fue también –a pesar de las monerías de Silvestre- la que más me llamó la atención:




Y ahora, amigos, esperan unos días en Francia, donde no sé si tendré posibilidad de conectarme a internet. Si así fuera, nos veremos dentro de poco; si no..., entonces me despido hasta la próxima semana.

jueves, 12 de agosto de 2010

Monasterio, cartógrafo y libros

Monasterio, cartógrafo y libros

El monasterio de la Bien Aparecida es un sencillo convento tutelado por los Padres Trinitarios y construido en lo alto de una montaña en honor de Nuestra Señora que, al parecer, y tal y como reza la inscripción que se encuentra en su interior, se apareció en aquellas piedras un 15 de septiembre de 1605.

El monasterio es, como se puede apreciar en la foto, bastante parco, al menos para mis ojos, acostumbrados a monasterios de más enjundia, como el de Guadalupe. Sin embargo, el paisaje que lo rodea es absolutamente idílico. No obstante, siempre que he subido aquí para visitarlo, se han confabulado todos los elementos contra mí, como le ocurrió a Felipe II, y he tenido que atisbar el paisaje entre la niebla, imaginando aquellas zonas cubiertas por ella. En esta ocasión, sin embargo, hubo suerte y, aunque con día nublado y pelín lluvioso, pude mirar los valles desde la cumbre a mi antojo sin tener que imaginarlos.



Como la tarde estaba fresca, decidimos tomar un café calentito allí mismo, como resultado del cual (pues nos enteramos de ella por la información impresa en el sobrecito del azucarillo con que endulzamos el café) aguarda una visita a Santoña, donde se realiza una exposición, en el Palacio de Manzanedo, del cartógrafo Juan de la Cosa. Acerca de quien, por cierto, compré un libro en la pasada Feria del Libro de Madrid, El cartógrafo de la reina. Memorias de Juan de la Cosa, que todavía no he leído pero que parece muy famoso por estos lares, en cuyas librerías no falta el cartel que lo anuncia debidamente.

Y, hablando de ferias del libro, esta misma tarde (escribo en la mañana del 11 de agosto, aunque no sé cuándo podré publicar esta entrada) nos acercaremos a Santander para visitar la XIII (creo) Feria del Libro Viejo de Santander que, dicen, es la mejor de España después de la de Madrid (sobre la certeza de esta afirmación no puedo opinar, pues no tengo ni idea de si es así o no). Aprovecharemos, además, para ver una peli de la que se está hablando mucho, Origen, y cenar luego (o antes, a saber cómo se desarrolla la tarde) en el Sardinero. Pero eso será esta tarde, así que ya os contaré.

martes, 10 de agosto de 2010

Nace español, muere extranjero

Nace español, muere extranjero

Después de cruzar media España, llegamos a Reinosa, horrible pueblo de la geografía española. Y no lo digo a bote pronto, amigos, que tuve oportunidad de verlo a mi antojo y durante largo rato, ya que tuvimos la mala suerte de confundir el camino hacia Fontibre y dimos vueltas sin fin por el engendro aquel hasta encontrar la carretera que había de llevarnos al nacimiento del Ebro.

No obstante, el interesante tour por las calles de Reinosa tuvo, al fin, merecido premio y terminamos por hallar la ruta adecuada. Y es que tenía yo bastante curiosidad por conocer el lugar donde nace ese gigantesco río de origen cántabro que, sin embargo, por gusto de la geografía, va a morir a tierras extranjeras donde, además, prefieren tirar el agua dulce al mar antes que regar con ella un solo centímetro de sedienta tierra española. ¡Así de necios son!

En cualquier caso, el nacimiento es nuestro y podemos, por ello, disfrutar de él como mejor nos venga en gana. Y una buena manera de hacerlo es llevarse consigo unas fotitos con las que disfrutar, cuando la rutina nos devuelva a la vida de siempre, de este precioso paisaje. A modo de muestra:














Además, después del paseo y abierto el apetito, un buen almuerzo (¡qué rico el jamón con queso camembert semi-derretido!) en Fontibre, éste sí, bonito pueblo que ha sabido conservarse, al menos en la parte que visitamos:


jueves, 5 de agosto de 2010

Al mal tiempo..., buenísima cara

Al mal tiempo..., buenísima cara :-)

Después de que haya estado jarreando toda la noche, esta mañana estaba todo encharcado y era imposible hacer otra cosa que pasear, de modo que, dando una vueltecita por ahí, he descubierto una cafetería con zona wifi que aprovecho ahora, que luce el sol y está todo el mundo en la playa, para escribir unas líneas y poner un poco al día este Finis Terrae que ya se creía él (será tonto) de vacaciones.

Y es que el norte es otro mundo… Ese calor africano que me tenía muerta hace unos días ha pasado a lo más profundo de la memoria y ahora alterno la manga corta con el jersey como si tal cosa, duermo con mantita y a veces, por la noche, después de dar mi paseo de no-sé-cuantísimos-kilómetros por la playa, hasta echo de menos las zapatillas de felpa…

Se está de muerte aquí, y eso que el pasado lunes, cuando a las 6 menos cuarto de la mañana sonó el despertador, maldije con toda mi alma las vacaciones. Estaba en lo mejor de mis sueños… y hete ahí que vino el despertador a interrumpirlos. Y es que queríamos salir pronto para evitarnos el calor. Pensábamos estar a las 9 y media en Burgos, a desayunar. Luego, todo sería más llevadero, porque a partir de ahí las temperaturas se moderan notablemente. De modo que, merced al madrugón que nos dimos, amanecía cuando Madrid empezaba a quedar a nuestra espalda, y a las 9:30, cumpliendo con el horario previsto, paramos cerca de Burgos para echar gasolina y desayunar, pero…, ¡ay!, qué sensación más inesperada para el cuerpo: de llevar una temperatura agradable en el coche pasé, en cuanto abrí la puerta y salí, a sentir un gélido vendaval sobre mi pobre organismo que, pobre, hacía muchos meses que había olvidado esas temperaturas. Menos mal que una es organizada y lleva la maleta bien cuadriculada: tanteando con la mano, saqué los pantalones de pernera larga y le di el cambiazo a los de exploradora aguerrida que llevaba; troqué las sandalias por el calzado cerrado… y hasta calcetines me puse.

Luego, seguimos camino en nuestro viaje-excursión, que así es como suelo viajar yo: no todo de una tirada y a toda marcha, como si nos llevara el demonio, sino parando aquí y allá, visitando esto y lo otro. No voy a extenderme mucho, amigos, tan sólo voy a detenerme un momento para exclamar, con toda rotundidad: ¡pero qué feos son los pueblos españoles! No hay uno bonito ni para convertirse en la excepción que confirme la regla.

Nuestro destino era Cantabria, pero en esta ocasión habíamos elegido una nueva ruta, sobre todo porque queríamos visitar el nacimiento del río Ebro, así que andandito (más bien rodando) por la meseta castellana, alcanzamos tierras cántabras y nos fuimos hasta Reinosa. Pero eso, amigos, lo dejo para otro día, que como saludo hoy ya llevo un buen rato, ¿no?

Belén 2013

Belén 2011