lunes, 29 de marzo de 2010

Mi coche..., que es así de ahorrador

Mi coche..., que es así de ahorrador

Una de las cosas buenas que tiene Madrid es que está a un paso de Toledo, de modo que una puede plantarse en la ciudad imperial en menos que canta un gallo. Y eso fue lo que hice ayer, Domingo de Ramos, plantarme en Toledo por un dedal de gasoil (¡que ahorrativo es mi coche! que, amenazando la luz de reserva, me llevó y me trajo ayer de Toledo y me ha acercado hoy hasta Leroy Merlin y devuelto a casa después sin que ésta se encendiera. ¡Ay, cochecito lindo, qué buen aliado de mi bolsillo y útil herramienta anti-ZP-exprimidor-del-sufrido-y-paganini-contribuyente-ex-pañol).

Pues sí, allí estuve y disfruté de un primaveral y entretenido Domingo de Ramos, subiendo cuestas y merodeando por callejuelas estrechas, algunas sucias y malolientes, pero todas llamativas por razones diversas. Además de la catedral, en cuya visita no empleé mucho tiempo, pues ya la conocía, asistí a una exposición sobre templarios y a otra sobre antiguos instrumentos de tortura. Si la primera reverdeció mi afición por el Temple y avivó el fuego de mi corazón en el que se consumen Felipe el Hermoso y el Papa Clemente, la segunda colgó una sonrisa de mis labios al saberme tan afortunada como para haber nacido en tiempos donde ya no se estila el uso del aplastapulgares, la máscara infamante o la horquilla de hereje. ¡Qué espeluznante... y qué doloroso! Rocé suavemente con la palma de la mano las púas que cubren la silla de interrogatorio y casi debo acudir a un centro médico a que me la curaran. ¿Sentarse allí? Por Dios, ¿cómo no confesar lo que fuera? Yo hubiera cantado la Traviata, sin rubor lo digo. No extraña, pues, que hombretones duros y curtidos como los templarios acabaran por admitir que adoraban a Bafumet y no dudaran en inculparse de lo que fuera. ¡Pobre Jacques de Molay! Pero qué bien te fue lo de la maldición, ¿eh?: Dios sabe quién se equivoca y ha pecado y la desgracia se abatirá pronto sobre aquellos que nos han condenado sin razón. Dios vengará nuestra muerte. Señor, sabed que, en verdad, todos aquellos que nos son contrarios, por nosotros van a sufrir. Clemente, y tú también Felipe, traidores a la palabra dada, ¡os emplazo a los dos ante el Tribunal de Dios!... A ti, Clemente, antes de cuarenta días, y a ti, Felipe, dentro de este año...


Al llegar junto al tajo donde los nobles apoyaban la cabeza para que el verdugo, con un hacha afilada, los decapitara, leí interesada una información según la cual la aristocracia sufría muerte por decapitación porque se la consideraba instantanea e indolora, fortuna de la que no gozaban los plebeyos, a los que siempre les destinaban muertes lentas y con mucho, mucho sufrimiento. No obstante, añadía la información, según recientes opiniones de neurólogos, la muerte por decapitación no es tan instantánea como se ha creído y el cerebro, aun después de ser desprendido del tronco, guarda en su interior unos segundos de vida suficientes para hacerle consciente de su situación... Uuuuuuuufffffffffffffff, ¿qué pensaría la cabeza de María Antonieta durante esos escasos segundos, mas suficientes para dar vida a un breve pensamiento, que permaneció consciente en el sucio cesto al que cayó..?
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PD: mañana, si puedo, subiré alguna fotica ;-)

8 comentarios:

Guido Finzi dijo...

Toledo es de esas ciudades que requieren visitas asiduas. Siempre le descubres algo nuevo y si encima tienes la suerte de encontrarte alguna interesante exposición, mejor que mejor.
El Temple es un tema fascinante (esos caballeros guerreros y monjes, con sus cabezas afeitadas, sus barbas y la capa roja con la gran cruz en rojo...). Recuerdo con regocijo una visita a la última fortaleza templaria en Oriene; en San Juan de Acre (Akko), en Israel y otra al postrero reducto portugués de Tomar. Son lugares a los que no me importaría retornar.

Un saludo

Carlos dijo...

Toledo, también conocida como "la ciudad de las navajas". Yo estuve hace muchos años, un ratito y me gustó mucho.
Esperamos las fotos que hicistes.
Besos.

José Manuel Guerrero C. dijo...

Ni quiero pensar lo que sentiría esa mujer al verse separada del cuerpo durante unos interminables segundos. Una experiencia extrañamente extracorporal. Estuve hace un par de años en la Casa de la Tortura -que ya son ganas- de Santillana del Mar (Cantabria). Te puedo asegurar que a los cinco minutos de estar dentro empecé a sentir un temblor que me dejó helado. Todavía tengo en las largas y calurosas noches de verano pesadillas con una vaca de tamaño natural de metal -creo que era cobre- que llenaban de agua hirviendo y que acababa alojando en sus entrañas a un pobre hombre. Fue muy desagradable, una visita que no recomiendo a nadie. Pero si se les ocurre ir, no dejen de visitar un bar que hay en la misma calle donde se encuentra el spa este del terror. Ponen una sidra que nutre y da fuerzas para recuperar el resuello. Ah, no dejen de pedir anchoas de Laredo, las mejores del mundo entero.

Miguel Baquero dijo...

Al leer tus observaciones sobre la silla de interrogatorios me he puesto en pie para aplaudirte. Yo cuando voy a Toedo suele traerme mazapanes, pero la próxima vez iré a ver esa exposición de instrumentos de tortura

S. Cid dijo...

Guido: Yo también lo creo: Toledo es una ciudad que hay que visitar con frecuencia, para volver a ver lo que ya se vio y para descubrir nuevos encantos que en ocasiones anteriores pasaron desapercibidos.

Me das envidia con esa visita a San Juan de Acre..., ¡cómo me gustaría emularte! Mira que me llaman la atención los templarios y todo lo que les rodea.

Carlos: Pues he intentado meter la tarjeta de la cámara en el ordenador para recuperarlas, pero me da error. No sé por qué. Serán los duendecillos verdes del ordenador. Lo volveré a intentar luego, a ver si puedo subir algunas.

Bate: Desde luego, si es cierto lo que dicen los neurólogos..., aunque breve, tiene que ser una experiencia horrible. Pues mira, yo que voy mucho por Cantabria no he estado nunca en la Casa de la Tortura de Santillana del Mar (mira que es bonito este pueblo, ¿eh?), eso sí, las anchoas de Laredo las como con frecuencia (he pasado muchos veranos allí, en casa de una amiga), aunque no sé si las mejores del mundo... Supongo que los de Santoña tendrían mucho que decir al respecto ;-)

Saludos.

S. Cid

S. Cid dijo...

Miguel: Es que a ver quien es el faquir fermoso que se sienta en la sillita de marras y se queda tan fresco... ;-)

También yo me traje una cajita de mazapanes (hechos por las monjas capuchinas), pero no para mí -no me gusta el mazán- sino para regalar.

Sue dijo...

Cuando conocí Toledo, mi ciudad hasta entonces preferida (Salamanca) tuvo que ponerse a la cola. He vuelto y seguiré volviendo porque es ciudad de vuelta.

S. Cid dijo...

Sue: Pues mira que Salamanca es bonita también, eh... La verdad es que hay sitios, pueblos y ciudades muy, muy bonitos en España.

Belén 2013

Belén 2011